13 de junio de 2015 - 12:46 pm

El agotamiento de la economía mexicana

Por La Crónica de Chihuahua

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Martín Morales

La actual administración pública federal siente la necesidad de matizar el modelo económico neoliberal vigente en México desde los años 80, que, pese a su agotamiento, mantiene al país en la recesión y el empobrecimiento de la mayoría de su población.

Sin embargo, especialistas entrevistados opinan que para lograr este objetivo el Gobierno tendría que emprender acciones de política económica encaminadas a recuperar realmente un mercado interno devastado por 30 años de neoliberalismo, propiciar un incremento sustancial en los salarios, convencer a los empresarios de la necesidad de alcanzar este objetivo y, sobre todo, resistirse a los planes “shock” que imponen los organismos financieros internacionales.

Sin la aplicación de estas medidas, coincidieron los expertos, ninguna otra política atrevida, incluido el paquete de las “reformas estructurales”, podrá modificar el modelo económico neoliberal.

Efectos deshumanizantes del modelo

Luego de tres décadas de aplicación indiscriminada, las contradicciones inherentes a dicho modelo económico deshumanizado han evidenciado su caducidad mediante la existencia de cientos de millones de damnificados en el mundo y en el caso de México de 53 millones de pobres, según los conservadores datos oficiales, y más de 80 millones de acuerdo con expertos independientes.

Las huellas del neoliberalismo también son evidentes en el ámbito del empleo, pese a la disparidad en los recuentos. Mientras el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) estima en 2.5 millones el número de los desempleados abiertos, el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), más de nueve millones.

En lo que al parecer no hay ninguna duda es en el bajo rendimiento productivo de la economía nacional, pues este año las expectativas de crecimiento, inicialmente previstas por el Banco de México (Banxico) entre el tres y el cuatro por ciento, se han reducido a un rango entre el dos y el tres por ciento, para quedar finalmente en un 2.5 por ciento, según analistas no oficiales.

Las administraciones federales neoliberales del país procuraron meter bajo la alfombra los “daños colaterales” –es decir, la devastación social y ecológica causada por el sistema económico depredador– pero el desplome de éste sobrevino finalmente con la crisis financiera mundial iniciada en el 2007.

La explosión fue tan clara y contundente, que la cúpula de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tuvo que reconocer que a partir de 2008, la pobreza en México aumentó al menos el 3.5 por ciento y sigue creciendo.

Este alto nivel en el rubro de la desigualdad ha colocado a México en la segunda posición entre los 34 países miembros de la organización, solamente detrás de Chile. El secretario general de la organización, extitular de Hacienda y excanciller mexicano, José Ángel Gurría, lanzó una “voz de alerta” llamando a los gobiernos a atender de inmediato este fenómeno. Gurría presentó el estudio Todos juntos: ¿Por qué reducir la desigualdad nos beneficia?, en el que advirtió que el desequilibrio social ha llegado “a un punto de inflexión”, pues “una alta desigualdad es negativa para el crecimiento. La razón de ser de una acción de política es tanto económica como social; al no trabajar en resolver la desigualdad, los gobiernos afectan el tejido social de sus países y perjudican su crecimiento económico de largo plazo”.

Gurría señaló que ha existido una evolución negativa en materia de desigualad, “superando las mejoras registradas poco antes del 2000”. En México, los ingresos del 10 por ciento de la población más rica ahora son 30.5 veces mayores a los del 10 por ciento más pobre. “La desigualdad en los ingresos ha alcanzado alzas sin precedentes en la mayoría de los países de la OCDE y se mantiene en niveles aún más altos en muchas economías emergentes (como México)”.

Estancamiento de la economía

De seguir la misma ruta, pese a las desbordadas evidencias de agotamiento del modelo, el futuro inmediato del país es el estancamiento económico (la recesión o decrecimiento económico en el peor de los casos), de acuerdo con el análisis del doctor Abel Pérez Zamorano, director de la División de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh). El especialista en Desarrollo económico por la London School of Economics destacó en conversación con buzos que más allá de la razón por la que no empatan los pronósticos económicos oficiales con lo real, está el hecho del crecimiento insuficiente. Esto ocurre, explicó, por las fallas estructurales del modelo económico, que “es excelente para producir y acumular capital, pero muy malo para distribuirlo socialmente”.

Este modelo, añadió, “ha venido abatiendo el mercado interno lo cual se ha dado por la depresión de los salarios. La OCDE dice que el trabajador mexicano es el peor pagado de la organización y hay desempleo y subempleo; las mediciones de empleo son falsas, a quien trabajó dos horas en una semana lo cuentan como empleado, ¡esto es una locura!”. En tanto, los empleos que se generan son temporales, sin prestaciones y con un bajísimo salario.

“Todo esto ha venido creando un abatimiento del mercado interno; la gente se empobrece más y compra menos. En números redondos, tenemos uno de cada cinco mexicanos en pobreza alimentaria; así es que si la gente no tiene ni siquiera para satisfacer la necesidad más elemental de un ser humano que es comer ¿cuándo va a tener para comprarse un coche o una pantalla plana? ¡No va a poder! Ciertamente, somos 120 millones de habitantes, pero de ellos: ¿cuántos son consumidores, qué consumen y en qué medida?

Nos vamos a dar cuenta que son sub-sub consumidores, que en realidad no tienen la solvencia necesaria para comprar”, dijo Pérez Zamorano, y añadió: “entonces, si la demanda se reduce, ¿qué pasa con la oferta de la industria, con la producción? La respuesta es que no crece, pues con una demanda interna fuerte, es decir, si todos tuviéramos para comprar muchas cosas, ¿cómo reaccionaría la industria? Pues creciendo para ofrecernos lo que queremos y podemos comprar; pero si nosotros no podemos comprar, si la inmensa masa de los mexicanos cada vez tiene menos recursos y no puede comprar, entonces, a la empresa, ¿qué la movería a producir más? Aquí hay un freno; un mercado doméstico deprimido es un freno para el crecimiento.

“Ahora bien, si no hay crecimiento del mercado interno ¿cuál ha sido la salida? Crecer hacia afuera; una economía volcada hacia el exterior, dirigida hacia las exportaciones; ésa fue la salida. ¿Pero, qué pasa afuera? Que las grandes economías industriales, las europeas y la de Estados Unidos (EE. UU.) crecen raquíticamente, están estancadas, paradas. Europa tiene un crecimiento que se mueve en torno al uno por ciento y EE. UU. una cosa insignificante (0.2 por ciento). ¿Qué ocurre entonces?

Que nos compran menos; que el mercado interno, en el que tendríamos nuestra esperanza, también se deprime y afuera, como hay crisis, como la economía está estancada, en Europa el desempleo es espantoso, también en EE. UU., esas economías también están contraídas y por lo tanto sus compras de nuestros productos también se abaten. ¿Qué esperamos ante eso? Un mayor estancamiento del crecimiento de México”, enfatizó Pérez Zamorano. En el caso del problema de la pésima distribución del ingreso resaltó: “Toda economía tiene dos grandes problemas que enfrentar: el primero, producir eficientemente.

¿Cómo producir? ¿Qué producir? ¿A qué costos vamos a producir? Producción eficiente, optimizar los recursos, economizar, abaratar la producción, hacer más productivo el trabajo, elevar la productividad, todo lo referente al lado productivo. Pero hay otro aspecto que es el de la distribución de lo producido; es decir: ¿Quién se va a quedar con lo producido? Éste es el otro lado del problema.

Este modelo, así como produce, desordenada y desproporcionadamente, acumula. La economía de mercado tiene una doble característica singular: es el mejor modelo para producir, el más eficaz, el más formidable modelo productivo que se conozca para producir, pero es el peor para distribuir. Es como la maldición de la economía de mercado. Y por lo tanto, lo que hace es que acumula; el mercado dejado a su propia fuerza, a su propia dinámica, a sus propias leyes, el mercado tiende indefectiblemente a acumular; el mercado no distribuye, acumula”.

Pérez Zamorano dijo además que la teoría de la filtración o teoría del goteo, en que se finca la presunta distribución social en el modelo de mercados libres, “quiere decir que si la producción aumenta, que si la riqueza creada se incrementa, entonces va a permear hacia abajo y va a beneficiar a todos. Dicen: si la marea sube va a levantar tanto a los barcos grandes como a los chiquitos, ésa es la teoría. ¿Qué es lo que ha ocurrido en la realidad? Que la riqueza ha aumentado y, sin embargo, la pobreza también ha aumentado; a mayor riqueza creada más pobreza abajo; es decir, está probado que la teoría de la filtración no funciona”.

En abono a lo dicho por Abel Pérez Zamorano sobre el deprimido mercado interno nacional, puede citarse que 30 millones de los poco más de 50 millones de trabajadores que integran la población económicamente activa están clasificados como informales por el Inegi, no cuentan con ingresos seguros o regulares ni con servicios médicos, prestaciones sociales ni expectativas de una pensión, porque simplemente no tienen contratos laborales.

Al problema del empleo informal se suma el del ingreso salarial mínimo, regulado por el Estado, que actualmente tiene una cuota fija de 70.10 pesos diarios y un incremento promedio anual de dos pesos, mientras el costo de la Canasta Alimentaria Recomendable (CAR), calculada por especialistas del CAM, tiene un precio de 184.96 pesos diarios. Según estos mismos analistas, en el periodo de aplicación neoliberal, el poder adquisitivo de los ingresos laborales se ha derrumbado en el 77.79 por ciento. En 2013, según esta misma fuente, 10 millones 349 mil 177 trabajadores no podían comprar una CAR, porque su ingreso no rebasaba dos salarios mínimos.

Visión optimista del Gobierno

Durante la 45 Asamblea de la Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo (ALIFD), efectuada los días 21 y 22 de mayo en Cancún, Quintana Roo, el doctor Luis Videgaray Caso, enfatizó que México va por muy buen camino y muestra de ello, resaltó, fue el reporte de un crecimiento del 2.5 por ciento en el primer trimestre del año, índice superior al dos por ciento registrado en igual periodo de 2014. Videgaray dijo al ajustar en un punto a la baja las expectativas de crecimiento del producto interno bruto (PIB).

El 21 de mayo, la SHCP informó de una nueva reducción de su rango estimado de crecimiento señalado a principios de año de entre el 3.2 y el 4.2 por ciento, para ubicarse ahora entre el 2.2 y el 3.2 por ciento (0.2 por ciento superior al nuevo rango del Banco de México, Banxico, en ambos extremos).

Sobre el desempeño de la economía mexicana, el secretario afirmó: “Se está acelerando el crecimiento económico y nos debe de llevar a seguir tomando las acciones para que continúe acelerándose, particularmente la implementación exitosa, completa, de las reformas estructurales”. Resaltó que México “continúa creciendo” de manera balanceada en sus diferentes sectores, a niveles por encima de otras economías de América Latina como Brasil, Chile o Perú; Videgaray enfatizó que México está creciendo más que la economía de EE. UU. y más que el promedio del resto de los 34 países integrantes de la OCDE.

Aseguró por lo tanto que México “va por la ruta correcta” y se ubica entre las primeras economías del mundo al contar con una de las mejores perspectivas de crecimiento, no sólo en 2015: “México destaca entre las economías del mundo, particularmente entre las emergentes, como una que tiene estabilidad, que tiene una política macroeconómica creíble y responsable y que tiene una de las mejores perspectivas de crecimiento no sólo en 2015, sino para los próximos años entre los países emergentes”.

Afirmó también que en el primer trimestre del año, el crecimiento de México estuvo basado de manera relevante en el crecimiento del mercado interno, lo que se manifestó en un aumento en el consumo de las familias, lo que calificó como “un dato muy alentador”. En este sentido, el titular de Hacienda declaró que hay una clara reactivación del mercado interno, gracias a un mayor dinamismo del gasto de las familias, lo que habla de un mejor desempeño del empleo y con una reducción en las tasas de desempleo; una baja inflación, que se ubicó por abajo del tres por ciento, reportada al inicio de mayo, lo que está mostrando el impacto de la reducción de las tarifas de luz, el no aumento en los precios de las gasolinas y la disminución del costo de la telefonía.

“En resumen, lo que tenemos es una economía mexicana que está creciendo, que continúa fortaleciendo sus motores internos de crecimiento, y en la cual además empezamos ya a ver algunos de los efectos de las reformas estructurales”, afirmó con seguridad y entusiasmo el secretario de Hacienda.

Los empresarios amenazan

Pero el agotamiento real del modelo ha traído consigo desarreglos entre la sociedad y el Gobierno, y también entre éste y los poseedores de capitales locales. El sector empresarial mexicano, que generalmente aplaude con entusiasmo las cuentas alegres de la administración federal, ha comenzado a deslizarse hacia la irritación por la merma de sus ingresos, por el decaimiento del consumo nacional; para blindar sus recursos han advertido que cerrarán aún más la llave de sus inversiones internas, lo que evidentemente complicará todavía más las cosas en el país.

En su Análisis Ejecutivo de mayo, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) señaló que no es adecuado para la economía estar matizando positivamente aquello que se lee negativo en los hechos de manera irrefutable. “La certidumbre es un factor fundamental en la evolución de las expectativas, por lo tanto, se debe ser cuidadoso en el planteamiento de los escenarios que enfrenta la economía mexicana, sin matizar el efecto de factores negativos”.

Añadió: “Los agentes económicos están conscientes del entorno en que se desarrollan y saben que mientras no perciban resultados claros provenientes de las reformas estructurales que propicien un ambiente que estimule la inversión, la posibilidad de revertir el debilitamiento de la actividad económica será más complicada, propiciando que la confianza siga deprimida y que las expectativas no mejoren, redundando en recortes adicionales de los pronósticos de crecimiento”.

Al retomar el señalamiento del doctor Videgaray sobre la “positiva” situación de la economía nacional, el CEESP cuestionó diversos puntos, uno de ellos fue el aspecto del mercado interno, que de acuerdo con el titular de Hacienda, daba muestras de estar creciendo, dado el 5.6 por ciento de crecimiento reportado en las ventas del primer cuatrimestre del año por la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (ANTAD). El CEESP, al igual que los académicos consultados por buzos, consideró que el análisis oficial es inexacto, al medir el crecimiento del mercado interno por el aumento de las ventas en las tiendas de autoservicio.

En su estudio, el CEESP se pronunció en este sentido: “Un repunte del mercado interno requiere de contrarrestar significativamente la precarización del mercado laboral, mediante la creación de empleos con mejores salarios, para lo cual es fundamental la inversión”. Resaltó asimismo que para ello es necesario abatir los niveles de corrupción, porque mientras no sea así, los flujos de inversión seguirán siendo insuficientes para consolidar un ritmo de crecimiento más elevado.

El consumo, indicador defectuoso

Consultado sobre este aumento en el consumo como indicador del crecimiento del mercado interno, el doctor José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico A. C., dijo que “es inercial y no sustentable”: de no haber recuperación real en los próximos meses, esto podría representar incluso un riesgo para la economía, toda vez que ese consumo está basado en parte en un aumento en el crédito al consumo. “Es una burbuja de consumo que de no generar más crecimiento la economía mexicana, podría frenarse en el segundo y tercer trimestre del año”, afirmó.

“Parte del aumento que hay en el consumo que registran las tiendas de autoservicio, es primero, en función, de consumos que se dejan de hacer en otros establecimientos tradicionales: mercados, pequeñas tiendas, etcétera, los cuales se están trasladando a las grandes tiendas; por otro lado, es un consumo con base en el crédito; si observamos que el crédito se reactivó en los últimos meses, entonces aquí habría que tener cuidado, porque si hubo un aumento en el consumo, no es resultado de que la economía esté creciendo mucho, o de que en un momento dado los salarios se hayan incrementado, sino, en parte, es por estos aumentos en el crédito, que de no reactivarse la economía de una manera más sólida, podría ser poco sustentable”. Otro factor, dijo “es el aumento de remesas en dólares que en algunos estados (como Michoacán y Zacatecas) es fundamental para el consumo”.

Sobre este tema, el informe del CEESP resaltó: “El débil comportamiento de la actividad económica, a pesar de que en el primer trimestre mostró un ritmo de avance ligeramente mayor al del año pasado (2.5 por ciento), no anticipa un repunte importante para los siguientes meses, hecho que se refleja en los bajos niveles de confianza empresarial, que se siguen traduciendo en un constante ajuste a la baja de los pronósticos de crecimiento”.

Sobre el crecimiento, indicó: “De acuerdo con cifras desestacionalizadas del Inegi, durante el primer trimestre del presente año, el PIB tuvo un avance de 0.4 por ciento respecto al trimestre previo, lo que llevó a que la tasa anual de crecimiento fuera de sólo 2.5 por ciento, porcentaje que si bien marca un ligero aumento respecto al promedio de 1.8 por ciento de avance de la economía en los primeros dos años del sexenio, resultó inferior al pronóstico de los especialistas del sector privado que según la última encuesta del Banxico, anticipaban un avance de 2.60 por ciento para el primer cuarto del año. Evidentemente esto hace que las expectativas se alejen cada vez más de la posibilidad de un crecimiento del tres por ciento para todo el año. De hecho, la media del pronóstico de los especialistas del sector privado anticipa un avance de 2.88 por ciento para todo 2015 (0.12 por ciento abajo del rango alto del Banxico)”.

En cuanto a las reformas estructurales y al crecimiento, el reporte del CEESP puso de manifiesto otra posición inusualmente critica: “Cuando se discutían las reformas estructurales en el Congreso, se dijo que con el simple hecho de aprobarlas, la confianza de los agentes económicos mejoraría, estimulando la inversión y el crecimiento de la economía, y que una vez que se instrumentaran, los beneficios serían mayores. En este entorno, la expectativa apuntaba a que a partir de 2014 se verían mejores resultados y que se fortalecerían en 2015. Sin embargo, hasta el momento, las reformas no han generado resultados favorables ni en materia de mejores expectativas ni en mayor inversión y crecimiento”.

Cálculos de crecimiento

Hasta el año pasado, los cálculos difundidos por la administración federal sobre el crecimiento esperado de la economía, medida con base en el comportamiento del PIB, índice de la producción y de las operaciones comerciales realizadas en el país, se habían establecido en dígitos supuestamente estables, pero que terminaban por ajustarse paulatinamente durante el año, hasta llegar, a fin de año, a un índice que era el más cercano a la realidad.

Para no hacer tales ajustes a la vista pública, a partir del año pasado se usan rangos, es decir, intervalos de dígitos deslizables, por ejemplo del 1.7 al 2.5 o del dos al tres por ciento. Sin embargo, este modelo también resultó infructuoso, porque ahora ha sido necesario romper el rango bajo y abrir otro a partir de éste, como ocurrió recientemente, cuando el rango de inicio de año fijado por el Banxico era del tres al cuatro por ciento y el pasado 19 de mayo lo bajó a otro del dos al tres por ciento.

El doctor Abel Pérez Zamorano explicó que en la administración pública federal hay excelentes especialistas capaces de hacer cálculos acertados sobre el comportamiento de la economía nacional, por lo cual no se trata de torpezas. “Al decir el Gobierno vamos a crecer al cuatro por ciento, estimula la inversión y posiblemente que el crecimiento se alcance o se acerque al índice señalado (como una especie de retroalimentación); es una manera de incentivar la economía”.

“Las empresas, como el CEESP y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), tienen también expertos en macroeconomía para estos cálculos de crecimiento; pero ocurre también que hay muchas empresas que están interesadas en que el pronóstico que hace el Gobierno se cumpla; a ellos les conviene, porque, por ejemplo, tienen tratos con el Gobierno, son proveedores o clientes del Gobierno, e incluso hay empresarios que son funcionarios, de forma tal que están interesados en fomentar esto para alentar la economía, en su propio interés, aunque en el fondo saben cómo están las cosas. Hay una imbricación entre el interés del sector privado y el del Gobierno”.

Plan de choque: recortes presupuestales

Agustín Cárstens, gobernador del Banxico, en su informe sobre la situación económica del país, dio a conocer el ajuste en el índice de crecimiento económico y resaltó “la importancia de continuar fortaleciendo el marco macroeconómico en nuestro país; en particular, se requiere consolidar el proceso de ajuste al gasto público anunciado por el Gobierno federal; que se estabilice la razón (proporción) de deuda pública sobre PIB y que lo antes posible comience a reducirse dicha razón, de manera que las finanzas públicas no se conviertan en una fuente de vulnerabilidad y que faciliten el ajuste a condiciones más astringentes en los mercados financieros internacionales”.

Cárstens enfatizó la necesidad del presupuesto base cero: “es fundamental que este ejercicio abra espacio para privilegiar el gasto en inversión y en programas con una alta rentabilidad social; ello con el fin de contribuir a elevar el crecimiento económico sostenido del país, a mantener un entorno de inflación baja y, como propósito de todo lo anterior, a procurar un mayor bienestar para la población”.

Detalló que el panorama adverso incluye un crecimiento reducido de la economía de EE. UU., bajos precios del petróleo crudo mexicano que en el mundo, al 29 de mayo, fue de 57.20 dólares el barril, muy por debajo de los aproximadamente 100 dólares que alcanzara en 2014; volatilidad de la paridad peso-dólar, que el 29 de mayo cerró en 15.70 pesos por dólar, desde el promedio de 14 pesos del año pasado.

El titular del Banxico ajustó el índice de crecimiento de entre el tres y el cuatro por ciento, y ahora lo estimó entre dos y tres por ciento; dos días después, el día 21 de mayo, Luis Videgaray, rectificó también el rango estimado de crecimiento de la economía calculado por la administración federal, para ubicarlo en el intervalo de 2.2 a 3.2 por ciento y ratificó que como en este año se recortaron 124 mil millones de pesos del presupuesto, para 2016 habrá un recorte de 135 mil millones de pesos, a través de un presupuesto “base cero”.

El doctor David Lozano Tovar, del CAM de la UNAM, anticipó a buzos a principios de año la aplicación de un plan económico de “choque” que comenzó con un recorte presupuestal para 2015 de 124 mil millones de pesos, y otro anticipado (que podría ser mayor, según indicó) de 135 mil millones de pesos para 2016; esta contracción del presupuesto federal se hará con un rediseño llamado “base cero”, es decir, la elaboración de un presupuesto discrecional que incluirá reducciones en partidas de orden social, siguiendo las recetas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) para cumplir así sus requisitos disciplinarios, indispensables para ser sujeto de crédito y beneficiario y, de ser necesario, de algún “rescate financiero” con recursos de estos mismos organismos.

Al respecto, en abril pasado el FMI calculó que México cerrará este año con una deuda del 51.4 por ciento como proporción del PIB. El 19 de mayo pasado, al anunciar el ajuste al rango de crecimiento, el gobernador del Banxico señaló que ante la adversa situación económica, la administración federal debe buscar reducir la proporción de la deuda con respecto al PIB, para lo cual recomendó avanzar con los recortes presupuestales (plan de choque).

Necesario modificar el modelo económico

El doctor José Luis de la Cruz, también profesor de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, expuso que según las experiencias mundiales actuales, los planes de austeridad extrema para ajustar las economías en problemas de financiamiento –como en el caso de Grecia– representan una mala idea, porque su costo es una mayor devastación social y el debilitamiento del potencial de crecimiento económico de un país; en otras palabras, que la medicina resulta todavía peor que la enfermedad.

Para la reactivación del crecimiento, De la Cruz consideró fundamental una modificación del modelo económico, empezando con una parte medular que es la reactivación del mercado interno sobre lo cual señaló algunos aspectos relacionados directamente con la recuperación de una política industrial –devastada en tres décadas de neoliberalismo–: “Me parece que es momento de reactivar la producción nacional, una producción propia, que es fuente de empleo y sinónimo de inversión; generar cadenas productivas de empresas nacionales enfocadas a las exportaciones, factor de crecimiento; fomento con gasto gubernamental en compras de Gobierno, fomento de la banca de desarrollo, y que el sector privado se comprometa a una mayor vinculación con las necesidades internas”.

Visto así, desde varias ópticas, el modelo económico neoliberal, puesto en marcha hace poco más de 30 años, ha llegado a sus límites de agotamiento y al parecer los únicos que no lo aceptan son quienes tienen en sus manos la administración del país.
—¿Por qué México no crece, si ya se aprobaron las reformas estructurales? –se le preguntó al doctor José Luis de la Cruz.
—La respuesta es sencilla, pero difícil de aceptar: es necesario modificar el modelo económico.