20 de agosto de 2018 - 18:00 pm

Analizan gravedad de “nube tóxica” que mató a millones de abejas

Por La Crónica de Chihuahua

José María Morelos, Quintana Roo (Infoqroo).- Especialistas mexicanos investigan el impacto a largo plazo de la “nube tóxica” que provocó la fumigación de un campo de chile habanero y que en un primer efecto, provocó la muerte de al menos 15 millones de abejas, poniendo en riesgo la cosecha de miel para el próximo año de apicultores del ejido La Candelaria, en el municipio de José María Morelos.

La nube tóxica que dejó el uso de fipronil, un químico comercializado bajo la marca Regenet 4SC, y que sería el que se usó para fumigar el plantío de chile habanero en el ejido de La Candelaría en José María Morelos, podría dejar efectos a largo plazo afectando otras especies de insectos como mariposas, arañas, abejas silvestres y hasta murciélagos, que son especies polinizadoras de la selva maya.

Como informamos oportunamente, apicultores del municipio de José María Morelos, en la zona maya de Quintana Roo responsabilizaron a un empresario yucateco de provocar la muerte masiva de miles de abejas, perder la cosecha de miel del segundo semestre y generar daños por más de dos millones de pesos.

Más de 300 colmenas de abeja, de 18 apicultores en el Ejido Candelaria, municipio de José María Morelos, fueron afectadas por el empresario, quien aplicó un químico altamente tóxico para fumigar su terreno y sembrar chile habanero, lo cual provocó la muerte de cientos de miles de abejas en un radio de cuatro kilómetros de distancia.

Los primeros reportes por la muerte masiva de abejas se hicieron el miércoles 8 de agosto ante el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), península de Yucatán, que se ha dado a la tarea de recorrer cada uno de los plantíos afectados de manera directa y los que a casi dos semanas de la fumigación siguen presentando problemas, a pesar de que están más alejados de la zona afectada.

El ejido La Candelaria se ubica dentro del municipio José María Morelos y hasta el momento hay 18 campesinos afectados de manera directa, están a la espera del veredicto de las autoridades agrarias y de los resultados de los análisis practicados para poder saber los pasos a seguir.

Por ahora el panorama es incierto y desolador, pues todo apunta a que las colmenas afectadas están contaminadas y no podrán ser usadas nuevamente. Deberán ser incineradas para evitar cualquier tipo de afectación a futuro.

De acuerdo con el apicultor Laureano Pech, la temporada de extracción de miel es de enero a julio y en septiembre, dependiendo de la temporada de lluvias.

Aurora Xontalpa Aroche, catedrática e investigadora de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (Uimqroo), que se ubica en el municipio de José María Morelos, explicó que han acudido a diversas instancias académicas y organizaciones no gubernamentales para investigar el caso, pues se teme que las afectaciones se prolonguen varias semanas e incluso que haya repercusiones en la salud humana.

Las pruebas, explicó, se enviaron a la delegación de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), al Comité Estatal para el Fomento y Protección Pecuaria y también a la Ciudad de México, además de la Facultad de Veterinaria de la UNAM.

Las muestras que se están levantando por parte de médicos veterinarios que hacen su servicio social y otros que hacen tesis y que vienen de otras universidades son de cera, miel y abejas muertas, así como tierra y plantas del cultivo de chile habanero.

Según explicó, hay mucha preocupación en la comunidad y prácticamente en todo el municipio porque la mayoría de ejidos se dedican a la apicultura y temen la residualidad en los suelos, la pérdida de polinizadores, el impacto económico no solo entre los apicultores ya establecidos sino también en los jóvenes que empezaban su negocio propio y por la toxicidad permanente que podría afectar al ser humano.

Para la especialista es difícil que los apicultores puedan salvar la próxima cosecha, toda vez que tendrán que empezar de cero con la compra de las colmenas, lo cual representa una inversión considerable para la economía campesina, y esperar a que las poblaciones de abejas se puedan recuperar para producir miel nuevamente a gran escala.