19 de octubre de 2011 - 10:14 am

El Desierto Chihuahuense tiene gran riqueza biológica

Por La Crónica de Chihuahua

El Desierto Chihuahuense es uno de los desiertos biológicamente más ricos del mundo. Cubre una extensión aproximada de 630 mil kilómetros cuadrados, y atraviesa los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí, hasta el suroeste de los Estados Unidos, en Arizona, Nuevo México y Texas.

Los distintos hábitats que tejen esta ecorregión conforman paisajes únicos. Los pastizales se adornan con venados bura, berrendos y zorras. Constelaciones de especies animales y vegetales se congregan en las "islas de cielo", macizos montañosos cubiertos por bosques de álamos y sauces. Más allá, los bosques de yuca y agave matizan el entorno con su imponente belleza.

Aproximadamente un 30 por ciento de las especies de cactáceas del mundo crecen en este desierto. Mosqueros, cuclillos y otras aves, incluyendo rapaces como el halcón aplomado, contribuyen a mantener el equilibrio natural de esta región. Su fauna es rica en reptiles con más de 120 especies y en mamíferos como el oso negro y el puma.

En una aparente paradoja, el desierto es la única ecoregión clasificada tanto por su importancia terrestre como acuática. Sus lagos, manantiales, ríos y arroyos albergan una gran variedad de especies de agua dulce. En sus cuencas y ríos han evolucionado tortugas y peces.
Sin embargo, su paisaje está cambiando rápidamente como resultado del uso del suelo. Sus plantas y animales desaparecen y una crisis por el agua amenaza la vida.

La presión sobre su biodiversidad proviene de tres fuentes principales:

• La sobreutilización del agua de los ríos, arroyos y pozos provoca el deterioro de los corredores acuáticos, muchos de los cuales ya no mantienen un flujo permanente.

• El sobrepastoreo por ganado caprino y bovino ha causado desertificación y erosión, la invasión de plantas exóticas y la pérdida de plantas nativas.

• Falta de conocimiento sobre la importancia del desierto. Sus pobladores consideran su hogar como un lugar sin vida que tiene que ser conquistado, imponiéndole mayores presiones.