Antorcha y la prensa

Por Omar Carreón Abud


Antorcha y la prensa

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2015, 12:45 pm

No me confundo: una cosa son los errores, otra muy diferente, “las largas temporadas con ropa y sin ropa” que exhibe ya no sólo la falta absoluta de escrúpulos periodísticos, sino el odio de clase a las justas peticiones y reclamos de los que menos tienen.

Consejo, duda, sorpresa, reproche o todo junto a la vez es lo que esconde una pregunta que los antorchistas escuchamos con cierta frecuencia de parte de algún conocido reciente o nuevo amigo que se va enterando de la verdad acerca de lo que hacemos y lo que somos, interrogante que va más o menos así: “¿Y por qué no dan a conocer todo esto?” Confieso que la pregunta, aún con toda la buena fe y curiosidad legítima que tiene en la inmensa mayoría de los casos, a muchos de nosotros nos resulta perturbadora. ¿Por qué? No desde luego porque nos moleste que se nos haga un reproche aunque sea diplomático sino porque nos coloca ante los resultados objetivos, duros, expresados en la opinión de un buen amigo, de la campaña propagandística esforzada y constante que realizan los antorchistas a diario por dar a conocer al gran público los métodos y objetivos, la verdadera fisonomía de nuestra organización. La amigable pregunta indica, pues, que estamos todavía lejos de que la sociedad mexicana sepa la verdad acerca de Antorcha Revolucionaria.

¿Por qué? Porque hay intereses muy, pero muy poderosos en distorsionar el rostro de los antorchistas, en presentarlos como lo que no son ni nunca han sido. La verdad es que aunque existen algunas posibilidades de enfrentar a esos poderosos intereses, porque si no las hubiera estaríamos en una completa dictadura, la batalla es la de David contra Goliat. Me inspiran estas reflexiones algunas de las notas aparecidas en los medios de comunicación con motivo de una inmensa manifestación de mexicanos antorchistas que acudieron el pasado miércoles 27 de mayo a la residencia oficial de Los Pinos a tratar de hallar respuesta a viejos problemas de justicia y de violación de la ley en su perjuicio. Comienzo citando lo reportado por el diario de circulación nacional El Universal que consignó con objetividad lo acontecido:

“Megamarcha de cien mil antorchistas a Los Pinos exige justicia educación y desarrollo social… para exigir que el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, intervenga para que la Secretaría de Gobernación Federal (Segob) cumpla su palabra y se atiendan problemas graves de educación en Michoacán, vivienda en Guanajuato y seguridad en Oaxaca y el estado de México… que en Michoacán se concrete el programa Escuela de Tiempo Completo, bloqueado por una mafia que controla la educación; que se encarcele a los autores intelectuales del secuestro de Don Manuel Serrano, entre los que se ha señalado a Armando Corona, diputado mexiquense en la actualidad, que se cumpla el compromiso de entregar un terreno para que vivan 500 familias desalojadas en Valle de Santiago, Guanajuato y que se entreguen recursos de vivienda a cargo de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), así como la atención a los problemas agrarios en Oaxaca… Homero Aguirre Enríquez, tomó la palabra para decir que esta fue la protesta más grande del antorchismo, nosotros hacemos esta marcha porque no nos dejan otra salida, hemos agotado la gestión y los funcionarios no hacen caso y no resuelven los problemas…”.

Aunque quienes representamos a los mexicanos agredidos, humillados y ofendidos durante muchos años por políticos y operadores de ellos, quisiéramos que se abundara más en el atropello legal, en la complicidad de gobernantes, en la corrupción existente, en el sufrimiento terrible de las familias a las que por toda respuesta se les recetan fórmulas demagógicas que sólo aumentan su irritación e impaciencia, la nota que me permití citar, en sus partes fundamentales, le dice al lector qué pedían cien mil mexicanos porque, supongo, parte de la base de que el lector se preguntará qué fue lo que obligó a salir a la calle durante muchas horas a tantos mexicanos, informa que ya tiene mucho tiempo que la autoridad conoce los problemas y, sobre todo, que ha hecho compromisos que no ha cumplido. En fin, si tomamos en cuenta el espacio y el tiempo del que se dispone en los medios de comunicación, me atrevo a calificar la nota de muy buena; el lector atento y desprejuiciado queda informado.

No todo está así. El diario Reforma, por ejemplo, sólo vio a “800 intergrantes del Movimiento Antorcha Campesina, cuyo contingente comenzó su marcha alrededor de las 10:40 hs. en la glorieta de la Diana Cazadora” y añadió que “… el tránsito regresó a la normalidad hasta las 13 hs. de Insurgentes al Centro”. De causas de la marcha, de demandas de los marchistas, de motivos de la protesta, nada, absolutamente nada, tal vez porque solamente eran 800; tampoco se explicó cómo, si partieron de la Diana Cazadora hacia el poniente (se habla de la calle de Rubén Darío y de Circuito Interior que resultaron afectadas), por qué “… el tránsito regresó a la normalidad hasta las 13 hs. de Insurgentes al Centro” zona que, evidentemente, ya había quedado muy atrás de la ruta que recorría un diminuto contingente de “800 integrantes”. Cosas del periodismo. Pero un escrito de los que merecen ser comentados aquí para que el lector de buena fe entienda por qué es difícil que al Movimiento Antorchista se le conozca con verdad, es la que publicó la columna Quebradero del periódico La Razón. Lea usted: “…bien a bien no se supo la razón por la cual 31 mil personas vienen a la capital…”. ¿Ah, no? ¿No era obligación del periódico “La Razón” investigar e informar por qué salieron de su casa y marcharon 31 mil mexicanos (que son los que vio el GDF y consignó en su boletín)? Aquí, pues, no se trató de informar sino de hacerle creer al lector (al que se deje, por supuesto) que 31 mil antorchistas salen a la calle por nada, por bagatelas que ni valió la pena indagar; y ya sin pudor el escribiente inventó que los antorchistas “han pasado largas temporadas en la ciudad con ropa y sin ropa…”. Más cosas de la prensa.
Y también estamos sujetos a los errores involuntarios. Así lo entiendo porque La Voz de Michoacán no sólo no adopta una actitud ajena a la objetividad con nosotros, sino que nos abre sus puertas para que demos a conocer nuestros puntos de vista sin ninguna censura, cosa que muy pocos medios hacen; lo reconozco y lo agradezco públicamente. No obstante, para ayudar a que también en estos casos se conozca la verdad de lo que hacemos y opinamos, me permito aclarar que el trabajo que apareció publicado el sábado pasado (30 de mayo) en la página 22-A y que lleva por título “¿Durará el capitalismo?” no es de la autoría de Don Samuel Bernardo Lemus cuyo nombre apareció acompañándolo, sino mía. Lo aclaro porque admiro y respeto a Don Samuel y creo que como cualquier otro pensador se sentirá muy incómodo de que su nombre y autoridad moral aparezcan respaldando opiniones ajenas. Los duendes de la tipográfía también son cosas de la prensa pero, no me confundo, una cosa son los errores, otra muy diferente, “las largas temporadas con ropa y sin ropa” que exhibe ya no sólo la falta absoluta de escrúpulos periodísticos, sino el odio de clase a las justas peticiones y reclamos de los que menos tienen.