Asfixia a México escasez de oxígeno: New York Times

**Lo compra la gente que no tiene acceso a los hospitales y que se ve obligada a atender a sus enfermos de Covid-19 en casa. La falta de oxígeno en CDMX ha provocado, en parte, aumento en muertes por Covid.


Asfixia a México escasez de oxígeno: New York Times

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2021, 12:42 pm

Reforma

Ciudad de México.- Los niños llaman rogando por oxígeno para sus padres. Los ancianos llaman rogando por aire a mitad de la noche. Sin dinero, las personas ofrecen pagar con sus autos.

Juan Carlos Hernández les dice a todos lo mismo: No le queda más oxígeno.

Luego de sobrevivir su propia batalla con el coronavirus y luego perder su empleo, Hernández empezó a vender tanques de oxígeno desde su auto. Entonces, una segunda ola de Covid-19 golpeó México este invierno y la demanda por oxígeno explotó, provocando una escasez nacional de dispositivos que entregan el recurso para salvar vidas.

Los precios se dispararon. Un mercado negro hizo metástasis. Grupos del crimen organizado empezaron a secuestrar camiones llenos de tanques de oxígeno, o a robarlos a punta de pistolas en los hospitales, de acuerdo con reportes de prenda. Y para un número creciente de mexicanos, las probabilidades de sobrevivir estaban repentinamente en las manos de vendedores amateurs como Hernández.

"Estamos en un mercado de muerte", dijo Hernández. "Si no tienes dinero, puedes perder a tu pariente".

El resurgimiento de la pandemia en México dejó más personas infectadas que nunca, entre ellos el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador. Con los hospitales llenos y una desconfianza en el sistema de salud empujando a muchos a enfrentar la enfermedad en casa, el número de víctimas se disparó. En enero, México registró más de 30 mil muertes por Covid-19, el mes más mortal hasta la fecha.

El total de decesos por la pandemia en México es ahora el tercero más grande del mundo, incluso es mayor que el de India, una nación con 10 veces más población.

Parte de las razones de que tanta gente muera ahora, afirman médicos y funcionarios de Gobierno, es la escasez: simplemente no hay tanques de oxígeno suficientes.

"Ahora el oxígeno es como agua", dijo Alejandro Castillo, un médico que trabaja en un hospital público en la Ciudad de México. "Es vital".

"Los nuevos brotes a lo largo del planeta han estirado el suministro de oxígeno en hospitales desde Los Ángeles hasta Lagos, Nigeria, pero en México, la escasez se siente dentro de los hogares de las personas.

Ocho de cada 10 camas están ocupadas en los hospitales de la capital mexicana, el epicentro de la pandemia en el País, y las salas de emergencia han estado rechazando personas. Muchos pacientes se rehusan a buscar ayuda médica por completo, orillado por el miedo a los hospitales que crece en México.

Para sobrevivir en casa, los pacientes más enfermos necesitan oxígeno purificado durante 24 horas al día, lo que envía a amigos y familiares a luchar, a menudo en vano, a encontrar tanques y rellenarlos múltiples veces en un día.

David Menéndez Martínez no tenía idea de cómo funcionaba la oxigenoterapia hasta que su madre se enfermó de Covid-19 en diciembre. Ahora sabe que el tanque más pequeño de México puede costar más de 800 dólares, hasta 10 veces más que en países como Estados Unidos. Rellenarlo cuesta alrededor de 10 dólares, y puede tardar unas seis horas.

Menéndez tenía algunos tanques prestados por amigos, pero aún así pasó horas esperando para recargarlos en filas que se extienden por varias cuadras de la ciudad y se han convertido en un ornamento fijo en ciertos vecindarios de la Capital.

"Ves que la gente llega con sus tanques y quieren ponerse al frente de la fila y terminan llorando, están desesperados", dijo, recordando las súplicas que escuchó: "Mi padre está al 60 por ciento de saturación de oxígeno. Mi hermano está al 50 por ciento de saturación. Mi esposa ya no puede respirar. Se está poniendo azul, sus labios están azules, ayúdame".

Menéndez sólo pensaba en su madre. "Me imaginaba a mi mamá asfixiada", dijo.

El brote en la Ciudad de México comenzó estallar en diciembre, luego de que las autoridades retrasaron el cierre de negocios no esenciales por semanas, pese a las cifras que, de acuerdo con las propias reglas del Gobierno, debían haber activado un confinamiento inmediato. Los funcionarios eventualmente anunciaron restricciones en la Capital, pero luego llegaron las vacaciones, y mucho mexicanos desafiaron los llamados del Gobierno a quedarse en casa.

Tan solo en las primeras tres semanas de enero, la demanda de oxígeno para hogares se incrementó en 700 por ciento, de acuerdo con Ricardo Sheffield, líder de la oficina de protección al consumidor de México (Profeco).

Y asimismo, los precios se triplicaron. Las estafas proliferaron en línea.

"El incremento surgió absolutamente de la nada", dijo Sheffield, quien señaló que el aumento de precios se dio sólo porque la gente estaba muy desesperada. "Si estas personas no reciben oxígeno a tiempo, mueren".

A los mexicanos no les queda más que luchar por el suministro limitado de tanques de oxígeno que pasan de casa en casa por emprendedores como Juan Carlos Hernández.

Hernández está en conflicto con su actual línea de trabajo. Admite de buena gana que "no tiene formación" ni licencia, pero justifica hacer el trabajo porque "salva vidas".

Dejó de vender tanques en diciembre, cuando los distribuidores a los que compraba alzaron los precios tan alto que no pudo soportar pasar el costo a sus clientes. Ahora vende concentradores, que son más caros y atraen a un cliente más acaudalado. En una semana gana el doble que lo que obtenía con su empleo anterior.

"No deberías beneficiarte del dolor ajeno, es inhumano", dijo. "Pero al final del día, yo también lo estoy haciendo".

Para las personas que están atascadas en el caótico mercado, encontrar a alguien, quien sea, que provea oxígeno, es un alivio. En el tiempo que pasó recorriendo la ciudad en busca de oxígeno, Menéndez recuerda que la única felicidad que tuvo fue cuando llegó al frente de la fila y se fue con el tanque lleno.

"No importaba si había comido", dijo. "No importaba si hacía frío. No importaba si me sentía cansado o con sueño, si eran las 3 de la mañana. Todo valió la pena: tenía una manera de mantener a mi mamá respirando, de mantenerla en este mundo".

Cuando encontró un vendedor que le rentaría un concentrado por 100 dólares a la semana, sintió una chispa de esperanza. "Fue una bendición", dijo.

La máquina mantuvo a su madre con vida por un tiempo, hasta que sus pulmones se agotaron. Fue intubada en Noche Buena y murió antes del Año Nuevo.