Bajan de la Sierra para cosechar en el desierto

**Los primeros rarámuris ya laboran en la tierra; esperan el arribo de 300 para la época más alta de trabajo en el campo.


Bajan de la Sierra para cosechar en el desierto

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2015, 22:38 pm

Martín Coronado/ El Diario

Sus manos callosas toman con cariño la tierra y separan la hierba de la mata que ya tiene calabazas pequeñas.

Antonio no lleva zapatos. Para labrar las parcelas de Samalayuca usa los mismos huaraches con los que recorre la Sierra en su natal Guachochi.

Como él, media docena de rarámuris son los primeros de cientos que vendrán a levantar la cosecha de miles de toneladas de hortalizas –calabacita, repollo, tomate y chile, entre otras– que estarán listas para colectarse en dos semanas.

Aquí ganan 200 pesos al día, mientras que en su tierra, sin trabajo, lo más que pueden ganarse es un balazo, dice Antonio Holguín, que desde hace dos semanas se encuentra laborando en predios de Samalayuca.

“Está muy feo allá”, dice en relación al clima de inseguridad en la Sierra Tarahumara y que los obliga a buscar empleo en otro lado.

Agrega que el problema de quedarse allá es que no hay trabajo, pues apenas se sembró algo de maíz y papa, pero la delincuencia complica el trabajo para todos.

Según cálculos del ex presidente seccional de Samalayuca, Javier Meléndez Cardona, en Samalayuca este año se tienen cerca de mil 400 hectáreas para cultivo.

En la parcela de Ever Ríos, la mano de obra experta, por más de 20 años, de los tarahumaras convive con la más alta tecnología.

Las cerca de 4 hectáreas de calabacita se riegan con tecnología de punta, utilizando irrigación por goteo que sale de una cintilla de una pulgada de ancho por cuyo centro pasa el agua. Deja caer la gota justo donde la planta la necesita y ahorra más de la mitad del líquido que requiere el riego por inundación.

Además el cultivo este año fue cubierto con una malla de tela llamada agribón, un método traído de Israel, igual que el de la cintilla, que reduce el estrés que sufren las plantas con el viento y el granizo cuando se da.

La sexteta de rarámuris camina con huaraches entre los surcos. Cuidan tanto las matas de calabaza como la manguera que lleva el riego.

“Ya tengo como 20 años trayendo esta mano de obra, son muy buenos, tratan la tierra y las plantas con mucho cuidado y ya saben bien cómo me gusta que trabajen”, dice Ríos.

Los tarahumaras hacen labores que van desde el deshierbe hasta la cosecha, desde mayo hasta ocutbre. El agricultor dice que con 30 hombres ha sacado adelante hasta 40 hectáreas, dada su dedicación.

Ríos cuenta que debido a su entusiamo son varios los agricultores que los contratan, yendo hasta la Sierra por ellos. Agrega que para la época más alta de trabajo en el campo, en Samalayuca al menos llegan 300 rarámuris que se suman a la fuerza laboral local.

De vuelta en la parcela, los jornaleros tarahumaras no cesan. A ratos se agachan a jalar las hierbas con la mano, a ratos pegan enérgicos asadonazos que hacer brincar la tierra.

Antonio platica sin dejar de trabajar. Dice que para él es muy bueno venir a trabajar un día por 200 pesos, una cifra que en su pueblo no lograría conseguir.

Además, señala, el ambiente de inseguridad en la Sierra sigue siendo un motivo para salirse de allá y venir a laborar en este poblado ubicado a unos 50 kilómetros al sur de Ciudad Juárez.

Los tarahumaras seguirán trabajando hasta octubre, cuando se deje de recoger la cosecha. (Martín Coronado /El Diario)