Braceros y la jornada que nunca termina

**Hoy están fuera del presupuesto del nuevo presidente de México. **Ayer salvaron las economías de México y Estados Unidos.


Braceros y la jornada que nunca termina

Lily Dueñas
Diciembre de 2012, 14:50 pm

Chihuahua, Chih.- Entre 1942 y 1967, mas de 5 millones de mexicanos dejaron sus hogares para trabajar en tierras extranjeras, en cultivos estadounidenses, ya que por esa época los hombres americanos se convirtieron en soldados, en la Segunda Guerra Mundial, un conflicto militar global que se desarrolló entre 1939 y 1945 y después la Guerra de Corea.

Los mexicanos ofrecieron su fuerza de trabajo y fueron bienvenidos en los Estados Unidos como braceros, para trabajar cultivos, muchos eran aún niños de 12 años, otros jovencitos de 17, pero la mayoría eran familiares: hermanos, padre e hijos, tíos y sobrinos, primos etc.

Las casas mexicanas se quedaron sin hombres.

Estos braceros convirtieron a la agricultura americana en la más rentable y avanzada de todo el planeta. Se trataba de campesinos de las zonas agrícolas rurales más importantes de México, como Coahuila, Durango, Chihuahua, etc., quienes además habían jugado un papel muy importante en la Revolución Mexicana de 1910. A pesar de que más de dos millones de campesinos perdieron su vida en la Revolución Mexicana de 1910, el gobierno nunca les proporcionó los medios necesarios para sobrevivir trabajando sus tierritas en sus comunidades rurales. Así que para fines de los años treintas, cuando los campos no rindieron lo suficiente, hubo hambre y escaseó el trabajo. El campesino tuvo que buscar otras formas de subsistencia.

También hubo entre los braceros antiguos mineros sindicalizados, que defendieron sus derechos ante la empresa Mexican Zinc Co en 1950, fueron los mineros de La Nueva Rosita que marcharon desde Coahuila hasta el Distrito Federal en un conflicto laboral que duró 6 meses, 6 meses donde se empobrecieron y murieron de hambre, os sobrevivientes aprovecharon el llamado programa bracero y se aventuraron a os Estados Unidos.

Esta grave situación coincidió con la repentina demanda de mano de obra en los EUA debido a la Segunda Guerra Mundial. El 4 de agosto de 1942, los gobiernos de Franklin D. Roosevelt, de los Estados Unidos y de Manuel Avila Camacho, de México, instituyeron el Programa Bracero. El campesino mexicano tuvo entonces una alternativa a su pobreza al enrolarse de bracero y al mismo tiempo, se satisfacía la necesidad de brazos para trabajar los campos agrícolas norteamericanos.

Sin embargo, el sueño duró poco: las jornadas eran largas y esclavizantes.
Ciudad Juárez, Chihuahua, en seguida de El Paso, Texas, se convirtió en un sitio histórico del enganche y reclutamiento de la fuerza laboral agrícola mexicana.

Casi una cuarta parte de los braceros pasaron por El Paso. Se les transportada en camiones a Fabens, Texas, al Centro de Procesamiento de "Río Vista", donde los bañaban, los desinfectaban con extraños polvos blancos y luego los entregaban a sus patrones. De ahí, partían a las distintas regiones agrícolas del suroeste y el norte de los Estados Unidos.

En Texas, Colorado, Nuevo México y prácticamente por toda la nación, fueron los que plantaron y pizcaron el algodón, el betabel de azúcar y muchísimos otros cultivos y recibían de pago menos del 50 por ciento de lo que ganaban los americanos.

Una vez en los ranchos, los braceros estaban a merced de sus patrones. Los rancheros de Texas y Nuevo México tenían la fama de ser los peores explotadores. "Son los más perros", decía la raza en aquella época, ahora lo cuentan con sus voces viejas como la historia, roncas.

El programa duró más de dos décadas. Fueron años de duro trabajo, pero también de angustia y muchos sufrimientos.

Los braceros trataron de organizarse en los cincuentas para protegerse de tanto abuso y discriminación. La campaña organizativa tuvo lugar en El Paso, pero fueron reprimidos y hostigados y el esfuerzo no prosperó. Los braceros sufrieron todo tipo de abusos y agresiones no solamente de patrones explotadores y de autoridades racistas. También fueron víctimas de grupos blancos extremistas como el Ku-Klux-Klan.

Con la introducción de la pizcadora mecánica y debido a la abundancia de mano de obra agrícola "indocumentada" (o "espaldas mojadas"), en los sesenta terminó este Programa Bracero. Los Mexicanos, una vez que ya no fueron necesitados, tuvieron que regresarse a su tierra sin que siquiera se les hubiera reconocido su valiosa contribución a este país.

Todo esto está documentado y también algunos de los testimonios siguen vivos, todavía desafiantes y con la misma fuerza que tuvieron hace medio siglo para reclutarse como braceros, hoy pelean al gobierno que por décadas les han negado el ahorro que Estados Unidos entregó al Gobierno mexicano y que ha sido “manoseado” como dicen los propios braceros, antes hombres jóvenes y de acero, ahora antiguos y de huesos de cristal.

En los últimos meses de sexenio de Felipe Caderón (2006-2012), solo un 3% de los 153 mil braceros chihuahuenses, que fueron a trabajar a Estados Unidos del periodo de 1942 a 1967, son los que han recuperado su dinero, una cuota de 38 mil pesos por bracero, denunció la asociación chihuahuense "En vida queremos nuestro pago".

Ahora en el primer año de mandato de Enrique Peña Nieto, el Senado de la republica aprobó en 2 horas 48minutos, señaló indignado el senador Javier Corral, un presupuesto de ingresos para e 2013, donde, aquellos hombres, que sacrificaron vida, salud, familia y orgullo hace setenta años, no tesan contemplados para que les acaben de pagar, lo que les deben desde hace mas de 44 años.

Muchos ya han muerto, pero sus familiares con el derechos de hacerlo han reclamado el pago, otros, los bracero más jovencitos, aquellos que aun eran imberbes o unos mocitos y que se lanzaron a ser braceros con los pies nadando en los zapatos heredados de sus padres, aun en vida piden su dinero, lo exigen.

Hoy un grupo de ex braceros, que ya les sobran os dedos de las manos para contar las piezas de su dentadura, que el blanco les ha sustituido el café o el negro de sus cabellos, frágiles y enfermos, estuvieron en la Plaza de Armas frente a la Torre Legislativa exigiendo que sus representantes locales, hagan algo.

Con sus humildes vestiduras que poco les sirven para defenderse de las bajas temperaturas y de los vientos fortísimos, ingresaron a Congreso, erguidos y orgullosos a reclamar lo que por derecho y sudor de trabajo es suyo.

Los ex braceros de todo México hoy exigen un presupuesto de 5.5 millones de pesos para que les terminen de pagar.

Parece entonces, que la jornada que comenzó hace ya setenta años, en a pizca gringa, aún no termina en su tierra, en la búsqueda de justicia.