Comerciante peregrino, relegado a la periferia

**En Santa Isabel no quieren ambulantes en el Centro del pueblo. **Pero don Miguel expone sus bellas artesanías en la salida a San Andrés.


Comerciante peregrino, relegado a la periferia

Texto y foto: Froilán Meza Rivera

Santa Isabel, Chih.- Desterrado del Centro del pueblo porque acá no dan permisos para “invadir” el primer cuadro, este comerciante peregrino se tuvo que venir a la orilla de Santa Isabel con todo y su preciada mercancía. Él no lo dice con todas sus palabras, pero en la plática queda evidente que lo mandaron a la orilla porque es foráneo.

Rodeado de cabezas de venado que parecen más reales que los venados de a deveras, y de mil figuritas que parecen sacadas de la realidad, el vendedor ambulante no se raja, ni aun ante la intolerancia de autoridades.

Miguel Hernández despliega sus figuras a la orilla de la carretera libre a Cuauhtémoc, en el mero entronque con la calle principal, y ahí se mantiene a la espera de clientes.

¿Qué es lo atractivo de la mercancía? ¿Qué es lo que le permite vivir de estas ventas? Ah, es que las figuras de don Miguel tienen la característica de que parecen vivas, de tanto detalle que tienen. Con los años, aquellas figuras de yeso y de barro que el querido lector debe recordar, eran burdas, lisas y malas copias de la realidad.

En efecto, dice Miguel, “a mí me tocó todavía hace algunos años vender aquellas figuras de santos y de animales, de monos que la gente compraba para exhibirlas en la sala de su casa”. Pero de entonces para acá, algo cambió, porque el yeso dejó de gustar, y es que era muy desmoronador por lo blando.

Ahora, explica el comerciante, las figuras son de resina, y es posible que los diseñadores les impriman detalles mínimos que las hacen parecer muy reales. El pelo, las arrugas, los pliegues de la piel, los ojos, todo, son reproducciones exactas de la realidad.

Y acá, don Miguel Hernández le apuesta a cautivar a los lugareños y viajeros con el encanto de sus figuras.