Cuando la ONU, nobeles y la CEPAL coinciden con Antorcha

**Ante la evidente realidad, el mundo ha visto un debate cada vez más serio también entre los intelectuales del statu quo de la modernidad , quienes coinciden en la preocupación de origen del MAN: la desigual distribución de la riqueza genera pobreza.


Cuando la ONU, nobeles y la CEPAL coinciden con Antorcha

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2020, 07:32 am

Por Minerva Flores

Para muchos la desigualdad se les revela como un fenómeno completamente nuevo, para el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) es el eje articulador de su lucha contra la pobreza en México desde hace más de 40 años.

Para el MAN, el modelo neoliberal imperante en el mundo ha llevado a México a la concentración de la riqueza social en unas cuantas manos y al crecimiento de la población en pobreza y pobreza extrema. El tiempo ha demostrado que tiene razón. De acuerdo con la Oxfam (2018), la desigual repartición de la riqueza en el mundo es de la siguiente magnitud: el 82 por ciento de la riqueza mundial generada durante el año 2017 fue a parar a manos del uno por ciento más rico de la población mundial, mientras el 50 por ciento más pobre −tres mil 700 millones de personas− no se benefició en lo más mínimo de dicho crecimiento. En México, el 10 por ciento más rico concentra el 64.4 por ciento de toda la riqueza del país.

Ante la evidente realidad, el mundo ha visto un debate cada vez más serio también entre los intelectuales del statu quo de la modernidad (Josep Stigliz, Tomas Piketty, Paul Krugman y los recién premiados con el Premio Nobel de Economía 2019, por su enfoque para aliviar la pobreza mundial, el indio Abhijit Banerjee, la francesa Esther Duflo y el estadounidense Michael Kremer), quienes coinciden en la preocupación de origen del MAN: la desigual distribución de la riqueza genera pobreza; fenómeno derivado del hecho de que en la medida en que crece la desigualdad la polarización de la sociedad en ricos y pobres también aumenta y las economías tienden a estancar su crecimiento económico provocando que la demanda de mano de obra decrezca, de tal manera que las personas en edad de trabajar son incapaces de acceder al mercado laboral. Por un lado, las personas no tienen ingresos para satisfacer sus necesidades de bienes y servicios; por el otro, ante la escasez de demanda de dichos servicios, las empresas no tienen a quien vender sus productos, no obtienen ganancias ni invierten en más actividades productivas.

Este problema puede parecer un laberinto sin salida, pero no lo es. El MAN no se ha limitado a retratar el problema, también ha propuesto soluciones concretas que resume en cuatro puntos fundamentales: creación de empleos para todos, salarios bien remunerados, una política fiscal progresiva y una reorientación del gasto social que priorice a la población vulnerable. Todas soluciones posibles de realizar en la sociedad actual.

El mensaje del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, en la presentación del informe de políticas sobre los efectos de la covid-19 en América Latina y el Caribe (9 de julio de 2020) no sólo confirman (como lo hacen los renombrados economistas arriba mencionados) el análisis correcto del MAN sino la viabilidad de sus propuestas. Grosso modo dice: en un contexto en el que ya existen enormes desigualdades, niveles elevados de trabajo informal y servicios de salud fragmentados, las poblaciones y las personas más vulnerables son una vez más las más afectadas (por la crisis económica ocasionada por la covid-19) ... En una región en la que los niveles de desigualdad se han vuelto ya insostenibles, ello supone desarrollar sistemas integrales de bienestar social accesibles para todas las personas. Esto implica crear sistemas tributarios más justos, promover la creación de empleos decentes, fortalecer la sostenibilidad ambiental y reforzar los mecanismos de protección social. El llamado del secretario general de la ONU es un acierto en las circunstancias actuales de México y no se aleja mucho de lo que ha venido proponiendo el MAN desde hace más de 40 años y resumido en sus cuatro puntos.

En México, la pandemia agudizó los problemas ocasionados por la desigualdad. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social el número de personas en pobreza en 2018 era de 52.4 millones, de una población de 120 millones de habitantes con una población económicamente activa de 57 millones de personas, donde 32 millones eran empleados informales durante el primer trimestre de 2020 (Inegi). A junio de 2020, el mismo Instituto de Estadística Geografía e Informática (Inegi) informó que durante la pandemia 12 millones de personas han dejado de trabajar y estima que se agregarán 10 millones más de personas en pobreza por esta misma causa; es decir, México podría superar los más de 60 millones de pobres.

El Gobierno federal, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, no ha movido un ápice su política fiscal y social en estas circunstancias adversas. Se mantiene como si fueran tiempos normales: el dinero público se destina para proyectos faraónicos que no han demostrado viabilidad y sigue empeñado en hacer transferencias monetarias directas a los grupos vulnerables, aunque esta política no ha funcionado desde que se implementó, hace 30 años en el gobierno del presidente Carlos Salidas de Gortari.

Ante el panorama económico y social actual es urgente acatar el llamado que hace António Guterres y se vuelve más necesario que nunca tomar en serio las propuestas del MAN para resolver los problemas de México, en cuyo diagnóstico y soluciones coinciden los economistas más reputados y la propia ONU. De lo contrario, como afirmó recientemente Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe: “después de la pandemia vamos a ser pobres, vamos a ser (más) desiguales, tendremos hambre y estaremos enojados. Así que es mejor que hagamos algo ahora mismo”.