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**Actualmente se están desarrollando unas 200 vacunas para la covid; el 25 de marzo de 2021, 23 candidatas habían avanzado a ensayos clínicos de fase III. Dos de ellas eran cubanas
La Crónica de Chihuahua
Abril de 2021, 05:13 am
Por: Helen Yaffe/
cubadebate.cu
El 23 de marzo de 2021, el primer ministro británico, Boris Johnson, dijo ante un grupo de partidarios del Partido Conservador: “La razón de nuestro éxito con la vacuna es el capitalismo, es la codicia, amigos”. Johnson estaba expresando la creencia de que la búsqueda del beneficio privado a través de mercados libres capitalistas genera buenos resultados. Sin embargo, en realidad, los logros de Gran Bretaña en el desarrollo de la vacuna Oxford-AstraZeneca y en el lanzamiento nacional de la vacunación tienen más que ver con las inversiones estatales que con los mecanismos del mercado.
El dinero del gobierno subvencionó el desarrollo de la vacuna en la Universidad de Oxford, y es el Servicio Nacional de Salud, financiado por el Estado, el que ha llevado a cabo el programa de vacunación. Lo que Johnson no reconoció es que el motivo por el que Gran Bretaña tiene actualmente el quinto peor índice de mortalidad por COVID-19 en el mundo, con más de 125 000 muertes (casi 1 857 por 1 000 000 de habitantes), y suma y sigue, es el capitalismo y la codicia.
El Gobierno británico, como la mayoría de los regímenes neoliberales, se negó a tomar las medidas necesarias para ralentizar y detener la transmisión comunitaria; desde el principio fue incapaz de proporcionar a los trabajadores del sector de la salud y de la asistencia social los EPI adecuados y otros recursos que podrían haber salvado la vida de cientos de personas que trabajaron en primera línea y que fallecieron a consecuencia de ello.
El Gobierno británico contrató a empresas privadas para que llevaran a cabo actividades esenciales, la mayoría con poca o ninguna experiencia; por ejemplo, en lugar de equipar al sistema comunitario de médicos de cabecera del Servicio Nacional de Salud para que se hicieran cargo del “seguimiento y localización” de casos, el gobierno repartió 37 000 millones de libras a Serco para administrar parte del sistema.
Desde el punto de vista de la salud pública ha sido un desastre; sin embargo, según los celebrados principios del capitalismo y la codicia de Boris Johnson, en efecto se ha lucido. Los mayores beneficiarios de la respuesta de Gran Bretaña a la pandemia han sido las corporaciones privadas que han obtenido enormes beneficios. La tarifa media diaria de los aproximadamente 2 500 consultores de Accenture, Deloitte y McKinsey es de 1 175 euros, y algunos cobran 7 780 euros al día.
Johnson ya ha trazado una hoja de ruta para reabrir la economía. Como consecuencia, incluso el escenario más optimista predice una tercera ola entre septiembre de 2021 y enero de 2022 que reportará al menos 30 000 muertes más en Gran Bretaña. Estas muertes son evitables. Sin embargo, precisamente porque el gobierno británico funciona movido por el capitalismo y la codicia, insiste en que tenemos que aprender a “vivir con el virus” para que el negocio empresarial pueda continuar.
Contrariamente a las afirmaciones de Johnson, esta pandemia ha ratificado que las necesidades de la atención médica pública no pueden satisfacerse adecuadamente con un sistema basado en la búsqueda de beneficios. De hecho, es en la ausencia del afán de lucro capitalista en lo que se basa la extraordinaria respuesta nacional e internacional a la COVID-19 por parte de la Cuba socialista, que ahora tiene cinco vacunas en fase de ensayo clínico y está lista para ser una de las primeras naciones en vacunar a toda su población.
Actualmente se están desarrollando unas 200 vacunas para la covid; el 25 de marzo de 2021, 23 candidatas habían avanzado a ensayos clínicos de fase III. Dos de ellas eran cubanas
Al reaccionar con rapidez y determinación, al movilizar su sistema de salud pública y un sector biotecnológico líder en el mundo, Cuba ha mantenido un número bajo de contagios y muertes. En 2020, Cuba confirmó un total de 12 225 casos de coronavirus y 146 muertes en una población de 11,2 millones, lo cual la sitúa entre los índices más bajos del hemisferio occidental.
En noviembre de 2020 se abrieron los aeropuertos, lo que provocó un aumento de contagios: en enero de 2021 se contabilizaron más infecciones que en todo el año anterior. El 24 de marzo de 2021, Cuba había registrado menos de 70 000 casos y 408 muertes. La tasa de mortalidad fue de 35 por 1 000 000 y la tasa de letalidad fue tan solo del 0,59% (2,2% en todo el mundo; 2,9% en Gran Bretaña).
En un año, 57 brigadas de médicos especialistas del Contingente Internacional Henry Reeve cubano habían tratado a 1,26 millones de pacientes con COVID-19 en 40 países; se adhirieron 28 000 profesionales de la salud cubanos que ya trabajan en 66 países. Los logros de Cuba son todavía más extraordinarios si se tiene en cuenta que, desde 2017, la administración de Trump lanzó punitivamente 240 nuevas sanciones, acciones y medidas para endurecer el bloqueo de 60 años a la Isla, incluidas casi 50 medidas adicionales durante la pandemia, que solo al sector de la salud le costaron más de 200 millones de dólares.
Cuba ha pasado a la ofensiva en la lucha contra la COVID-19 movilizando el sistema de salud público comunitario, centrado en la prevención, para realizar visitas diarias a domicilio, detectar y tratar casos de forma activa y encauzar al sector de las ciencias médicas con el objeto de adaptar y crear nuevos tratamientos para los pacientes y vacunas específicas contra la pandemia. Estos avances no solo traen esperanza a Cuba, sino al mundo entero.
La Crónica de Chihuahua es un diario independiente, enfocado a describir las singularidades y la cotidianidad de la comunidad chihuahuense.