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**La existencia de estos grupos del estilo de “Cadena de favores”, que por desgracia o más bien por fortuna están proliferando en Chihuahua, no es más que una prueba fehaciente de que en general, el sistema de salud no cumple con su función social.
La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2021, 07:07 am
Reportaje de Froilán Meza Rivera
Disponble también en la edición impresa de la revista
Buzos de la Noticia y en su versión digital
(https://buzos.com.mx/index.php/nota/index/6870)
Chihuahua, Chih.- El frío se les cuela por la piel, se mete entre las chamarras, les enrojece las mejillas y la nariz a los derechohabientes el día de la nevada, viernes, mientras esperan turno en el módulo del Seguro Popular que da servicio a las viejas colonias del sur: Dale, Santa Rosa, Pacífico, Cerro de la Cruz y Rosario. Se cuentan 26 esperanzados usuarios de este servicio alineados en la banqueta; la nevada no se declara todavía, pero cae aguanieve que se va acumulando a los charcos de lluvia de la noche anterior. Algunos llegaron desde las seis de la mañana para ver si a las 9, cuando salga el guardia que abre el barandal, los deja entrar a su cita. ¡Hace un frío endemoniado! Asoma medio cuerpo una mujer que grita varios nombres con una vocecilla que no llega a los oídos de todos: “¿Qué dijo? ¿A quién nombró?” “¡No se oye, que hable más alto, no se escucha!”, reclaman los de la fila, pero en vano, porque la mujer ya se metió, dejándolos sin saber a quién escogieron los dioses del Valhalla para brindarles su atención de primera calidad, digno servicio de los países nórdicos.
Los ciudadanos fueron abandonados a su suerte en materia de salud. Con la desaparición del Seguro Popular, el servicio médico de primer mundo similar a los que se proporcionan en países como Dinamarca y Canadá, y que iba a estar listo en cuestión de meses, según prometió el presidente de la república, nunca llegó. Chascarrillos al respecto fueron y vinieron, menudearon las críticas, los cartones y los memes. Porque la realidad aplastante es otra muy diferente a la que se perfilaba en la promesa que no sólo no se cumplió, sino que se convirtió en algo del todo diferente, peor incluso de cómo estaba el sistema de salud en los anteriores sexenios, cuando por lo menos la atención era mala y deficiente.
El Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), membrete con el que se sustituyó al Seguro Popular, ofrece un servicio que empeora cada día, al que los usuarios sin excepción califican como de ínfima calidad, con una atención que va de mala a muy mala, que no ofrece la infraestructura mínima para recibir siquiera al público y tampoco ofrece siquiera el catálogo de padecimientos y procedimientos que sí ofrecía el anterior servicio de salud para quienes no alcanzan afiliación en el Seguro Social. No hay medicamentos casi de ningún tipo, y actualmente nadie puede aspirar a ser remitido a un especialista; se forman largas colas desde la madrugada para sacar una ficha, pero son pocas las consultas que se ofrecen, por lo que los frustrados aspirantes deben regresar al día siguiente y llegar incluso más temprano. Una inútil competencia que se define con la exclusión de la mayoría.
Un paciente que murió la semana pasada de un infarto, alcanzó a denunciar sus experiencias en el INSABI. Refirió que su hija mayor fue declarada recientemente con diabetes y acudió al módulo que le tocaba. “Con mucho despotismo, casi la corrieron al negarse a enviarla con un especialista. Además, el problema no es sólo con ella, porque los malos tratos y la falta de atención es general. Es indignante, cómo reciben a la gente, porque la mandan a la calle, con el pretexto de la sana distancia, y quien los recibe no es una enfermera calificada, sino el guardia de seguridad, que por cierto ninguno de ellos es empleado del instituto, sino que son traídos por empresas a las que se les subroga el servicio (los guardias no están afiliados a la seguridad social). Es indignante -argumentó en una entrevista previa a su muerte- que sean los guardias los que llevan el control de los usuarios, y que sean ellos quienes remiten a los pacientes a los respectivos consultorios, o quienes los rechazan por falta de cupo y los mandan a su casa para que regresen otro día”.
Por otra parte, el IMSS y el ISSSTE tampoco tienen servicio de especialistas desde marzo del año pasado; en ambos sistemas sólo están recibiendo a los usuarios que van por medicinas: un doctor designado (que no es el doctor familiar del paciente) escribe y repite las recetas con las mismas dosis de las recetas de marzo pasado (vaya usted a saber si le sirven todavía, si necesita una disminución o un aumento de la dosis, o si lo que procede es descartar algún o algunos medicamentos o sustituirlos por otro, ¡sepa Dios! Lo cierto es que desde hace 10 meses nadie ha sido consultado ni por su médico familiar, mucho menos por el especialista que corresponda a sus males). Por poner un ejemplo, Salvador Martínez, quien labora en una maquiladora, y a quien llamaron a trabajar cuando el semáforo cambió a amarillo la primera vez, acudió a la Clínica 33 del IMSS para solicitar un examen de Covid que le pidieron para readmitirlo en su empresa. Tremenda sorpresa: el laboratorio de análisis clínico fue desmantelado desde hace ocho meses, porque la administración no recibió recursos para seguirlo operando, ya que era un servicio concesionado a un particular. Y esa información la recibió él también de un guardia de seguridad.
Las medicinas oncológicas escasean, no sólo en los dos institutos federales, sino incluso dentro del Sistema Estatal de Salud. Lo mismo se puede decir con respecto a los medicamentos para la diabetes, los prescritos para pacientes con padecimientos cardiacos, renales, etcétera. De puro milagro, las hemodiálisis en el ISSSTE no han sido suspendidas, pero faltan medicamentos tan esenciales como pioglitazona y metformina, que son básicos para el control de la diabetes y muchos otros de diversas especialidades.
En un recorrido por las principales clínicas del Seguro Social en la capital, como la Unidad Médico Familiar 44, UMF 33 y el Hospital Regional Morelos, los derechohabientes a quienes no les surtieron sus recetas, expresaron que los principales faltantes son: alopurinol, atorvastatina, ambroxol comprimidos, celecoxib, fluoxetina, levetiracetam, losartán, losartán compuesto, nifedipino, orfenadrina, pregabalina, quetiapina, risperidona, sertralina, sulindaco, y tramadol con paracetamol, además de la insulina glargina.
Chihuahua aparece entre las cinco entidades a nivel nacional que registran mayor desabasto de medicamentos, sólo por debajo de la Ciudad de México, Estado de México y Veracruz. Los medicamentos que más faltan en la entidad son para el tratamiento de enfermedades cronicodegenerativas, mentales, neurológicas o cáncer. Así se consignó en el primer informe de desabasto de medicamentos que forma parte del proyecto No al Huachicol de Medicinas, que es coordinado por la organización Nosotrxs en alianza con Derechohabientes Viviendo con VIH del IMSS (Dvvimss), Fundar Centro de Análisis e Investigación A.C., la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer, Juntos Contra el Cáncer y la Asociación Mexicana de Fibrosis Quística, organizaciones que buscan identificar las causas del desabasto de medicamentos e insumos médicos a fin de coadyuvar en su combate. ¿Qué encontraron estos inconformes? Que en sexenios anteriores, el abasto de medicamentos a la secretaría, delegaciones y unidades de salud se hacía de manera directa de las grandes farmacéuticas o laboratorios; con el nuevo esquema del presidente Andrés Manuel López Obrador en su “combate a la corrupción”, se trató de beneficiar a las empresas consideradas “pobres”, es decir es la misma situación, pero con un intermediario, pues las grandes le distribuyen a las “pobres”, que sólo funcionan como distribución logística y se encargan de hacer llegar los medicamentos e insumos a los entes antes mencionados a fin de que el usuario o paciente pueda obtener su tratamiento médico. El esquema sólo hace más tardada la llegada del medicamento e insumos para la atención de los pacientes o usuarios.
LA SOCIEDAD EN ACCIÓN RESPONDE CON SOLIDARIDAD MUTUA
“Buenos días, un agradecimiento para Sandra, muchas gracias, m’ija, por conseguirme la vacuna del neumococo... ya me la pusieron, gracias a Dios.” Este mensaje de Whatsapp se hizo en un grupo de ayuda mutua, fundado por una mujer que padece cáncer y que en su momento se dio cuenta de las ventajas de tratar estos asuntos entre iguales, entre dolientes y desatendidos, entre los necesitados que no reciben ninguna atención de las instituciones oficiales, o entre aquéllos que, siendo derechohabientes de los sistemas de salud, se ven relegados, echados a su suerte con la creciente escasez de medicamentos y de procedimientos, de consultas. “Cadena de favores”, se llama, y funciona 10 horas diarias, durante las cuales, unos solicitan la donación de tal o cuales medicamentos (por cierto, tienen que exhibir la respectiva receta), y otros responden siempre (casi siempre) con la respuesta invariable: “Yo tengo, ¿puede venir por ella a…?”
La existencia de estos grupos del estilo de “Cadena de favores”, que por desgracia o más bien por fortuna están proliferando en Chihuahua, no es más que una prueba fehaciente de que en general, el sistema de salud no cumple con la función social que debería, y que es la de atender a toda la población.
Ahí se publican también fotos con sus respectivas explicaciones: “Entrega de vendas, gasas y diclofenaco”. El miembro del grupo exhibe asimismo su nombre, y así, al cabo de los meses y los años llega a establecerse una relación fraterna entre semejantes. “Tengo 2 cajitas con 7 pastillas cada una, a la orden al norte”, dice Fulanito para explicar la foto de una cajita de Amlodipino/ Valisartán en comprimidos de 5 mg/ 160 mg. En los grupos se tratan también otros asuntos de gente enferma, como conseguir u ofrecer sillas de ruedas o andadores, bolsas para colostomía, y hasta despensas o simplemente procurar compañía y apoyo, por ejemplo, para una madre que viene sola de la Sierra y que tiene a su hija en el Hospital General en proceso de intervenirla quirúrgicamente. O hasta realizar protestas en causas justas, como cuando en julio de 2018, una comisión de padres solidarios acompañó a los padres de un niño que, tras dos años de permanecer internado en el Hospital Infantil, no iba a ser intervenido quirúrgicamente, por decisión de los directivos. A los papás del niño Ricardo Ariel Ruvalcaba, les argumentaron los médicos que “acá en Chihuahua, el tipo de tratamiento que necesita el paciente, no se cubre, de acuerdo a la normativa del hospital ni del Sistema Estatal de Salud”, por lo que les propusieron que lo mejor era que se lo llevaran por su cuenta los padres a Torreón, sin que la institución pusiera los recursos. En aquella ocasión, los padres y sus apoyadores solidarios salieron triunfantes de ese combate, con la respuesta positiva a su demanda, y el niño fue trasladado a Torreón, donde lo operaron con recursos con cargo al erario estatal, porque los papás no tenían dinero.
EL COLAPSO DEL SISTEMA ESTATAL DE SALUD
En noviembre pasado, el sistema de salud en el estado de Chihuahua colapsó, a diez días de su regreso al semáforo en Rojo, y a pesar de que el semáforo sanitario transitó desde entonces a un “amarillo mostaza” (una invención del mismo gobernador Javier Corral para liberar las actividades comerciales y la economía en general, a pesar de que ninguno de los indicadores de la pandemia mejoró ni una milésima de grado), hasta el “amarillo seguro” actual vigente (escribo el 25 de enero), que redondeó el ingenio del gobernador en el invento de colores sui generis con los que pretende regresar a los niveles de antes de la pandemia a costa de la salud de la población. Denunciaban en noviembre, y siguen denunciando hoy, la existencia de “listas de espera” de hasta 24 horas en hospitales públicos y privados, donde mandaban (mandan todavía) a los pacientes a “bien” morir a sus casas.
Bajo el discurso de que “No se negará el servicio” sin embargo, se tenía que esperar hasta 24 horas en algunos lugares, por una cama de hospital. Las autoridades de la Secretaría de Salud estatal tuvieron que reconocer lo que, en principio, trataron de ocultar: las clínicas y hospitales públicos y privados de la capital están saturados por pacientes Covid-19. “Están saturados los hospitales, hay líneas de espera, están a tope los hospitales, tanto los del Gobierno del Estado como los privados. Son padres de alguien, madres, hermanas, maestros, amigos, hermanos, que están luchando, y prácticamente 1 de cada 5 termina intubado”.
Con 443 casos positivos por Covid-19 y arriba de 60 defunciones en sólo 24 horas, el 3 de noviembre, se hablaba de una escala de trasmisiones, con 3 mil 32 casos, solo en las últimas 2 semanas, llegando a total de registros, según las cifras oficiales, de 27 mil 293 contagios y 2 mil 126 personas fallecidas por Covid-19, en todo el estado de Chihuahua. Resultó notable que Ciudad Juárez y Chihuahua fueran los municipios más afectados, con 15 mil 14 y 6 mil 285 casos positivos respectivamente, así como en el rubro de personas fallecidas con 1 mil 354 en Ciudad Juárez y las 581 en Chihuahua, así como en defunciones por municipio. La actualización de esas cifras resulta escalofriante, porque el estado se encuentra en un rojo no declarado: Las defunciones ocasionadas por la pandemia de COVID-19 en el estado de Chihuahua, suman ya 4 mil 607 casos y los contagiados ascienden a 49 mil 258, informó la Secretaría de Salud estatal. De los fallecimientos, 2 mil 515 han ocurrido en Ciudad Juárez, que representan el 54 por ciento del total estatal, mientras que la capital que registró 6 casos más en las últimas 24 horas, llegó a 1,007, es decir, el 23 por ciento. Además, Delicias tiene 244, Parral 178, Cuauhtémoc 153, Nuevo Casas Grandes 65, hay 54 en Meoqui, 52 en Camargo, 41 en Saucillo, 33 en Jiménez y Guerrero suma 23
EL CASO DE PENSIONES CIVILES
El sistema estatal de pensiones para los trabajadores del estado, llamado Pensiones Civiles del Estado, fue siempre la envidia de quienes tenían la desgracia de ser derechohabientes del IMSS o del ISSSTE, porque los empleados estatales eran enviados a hospitales privados con fama de dar buen servicio, a cuenta de su servicio de pensión médica. Pero a partir de 7 años atrás, y hasta la fecha, esta institución ha sufrido un proceso de paulatino deterioro. El colmo de esta crisis ocurrió a principios de diciembre pasado, cuando los hospitales que dan servicios a los empleados del estado, se negaron a seguir prestando sus servicios a la administración de Javier Corral porque -denunciaron en un documento público- el estado no les había pagado desde hacía dos años.
Los usuarios de Pensiones decidieron salir a la calle para exigir su servicio médico, pero tras las manifestaciones públicas por el mal servicio que se les otorga, la situación no se ha regularizado. Fernando Álvarez Montoya, miembro del grupo Maestros Estatales de Ciudad Juárez, denunció que en la institución aún se sufre la carencia de medicamentos para diversas enfermedades, así como también tardanza en las citas médicas y atenciones que se les otorgan. El lunes pasado tuvieron una reunión con personal de Pensiones de Ciudad Juárez y los integrantes del movimiento para tratar de llegar a un pronto acuerdo y regularizar la atención.
¿Se les resolvió el problema? No. Sólo lograron entrar en pláticas, mientras que el gobernador recibe una negativa tras otra por parte del Congreso del Estado (en el que hipotéticamente él tiene mayoría) para que los diputados le autoricen endeudarse por más de mil 600 millones de pesos “para poder continuar con obra pública e iniciar otros proyectos”, así lo argumentó en un principio, pero tras la primera negativa, cambió el propósito, y dijo que mejor no, que ahora el préstamo lo iba a pedir para “rescatar a Pensiones Civiles del Estado”. La segunda negativa fue la definitiva.
La Crónica de Chihuahua es un diario independiente, enfocado a describir las singularidades y la cotidianidad de la comunidad chihuahuense.