El delito de las multitudes

Por: Alfonso López Collada


El delito de las multitudes

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2012, 14:25 pm

La protesta social no está contemplada y permitida en la Constitución por gracia de sus majestades, sino para permitir que el pueblo se manifieste, para aliviar la presión que se ejerce sobre la sociedad y evitar -precisamente- que el gobernante actúe como tirano.

Atentar contra este derecho lo único que logra es aumentar la presión sobre la sociedad. Y ya se ve que esto sólo conduce a una explosión que a nadie conviene... salvo a los pescadores que sólo saben pescar en río revuelto. Me refiero a los gobernantes que ven en la expresión social un obstáculo, una amenaza.

Cuando el Partido Acción Nacional era oposición, defendía este derecho con vehemencia. Los tiempos cambian, las personas se venden, y hoy vemos un PAN complacido en sus negociaciones con unos y otros, nueva modalidad política que destapó la maestra y que contaminó a los políticos débiles de ideales, que terminaron siendo “hueseros”.

La orquesta que actuó para cometer la aberración del primero de diciembre va quedando al descubierto, gracias a la información difundida -sobre todo videos- por medios y periodistas no alineados con los poderes fácticos. En síntesis, la fuerza pública de la ciudad no actuó contra quienes lanzaban bombas Molotov en San Lázaro, no hicieron por detener a los verdaderos vándalos aunque estaban a pocos metros de ellos, descargaron contra los manifestantes un coraje que no corresponde a un operativo como el que supuestamente llevaban a cabo y, eso sí, aprehendieron a casi 100 personas que ni siquiera estaban donde ocurrían los destrozos; detuvieron a 70 y el jueves pasado soltaron bajo caución a los últimos 14... que seguirán su proceso.

Los vándalos libres, los inocentes detenidos. Eso en sí ya es un mensaje que llega claro a la plebe, que así nos ven los de arriba. Pero el mensaje trae acentos: prohibido exigir tus derechos; no te atrevas a participar en una protesta contra el gobierno; ni siquiera ir a ver una marcha; arrestaremos sin distinción a gente como tú y no tocaremos a nuestros infiltrados; no sea, aunque vayas en son de paz, como Gandhi o Mandela, habrá bronca; y si se nos va la mano, ajustaremos las leyes para donde nos sea conveniente.

Porque eso de que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal haya modificado la ley, lejos de ser un gesto gracioso es un aviso: los legisladores están para hacer las leyes... para donde convenga. Lo hemos visto con los bancos, con Pemex, con el espectro radioeléctrico y más.

Llama la atención, sobre la orquesta, que los directores hayan sido Marcelo y Mancera, dos políticos de supuesta izquierda. Haberse prestado a un montaje que rebasa incluso a los de Luna Productions, en el momento exacto para diluir responsabilidades, no es otra cosa que una clara claudicación. ¿Cómo entender, si no, a un funcionario de izquierda (o a dos) que vuelca una fuerza pública enfurecida contra una multitud que se opone a la imposición de un gobernante, en un país que se declara democrático?

El Distrito Federal llegó a ser (ojalá siga siendo) una de las ciudades más seguras del país. La explicación puede encontrarse en la atención que tres administraciones con visión social pusieron en la población más necesitada (aunque la última haya sido con el puro vuelo). Pero sin duda, y duele verlo, la señal que enviaron M&M el primero de diciembre apunta más a la violencia institucional que a la verdadera convivencia social. Ese camino es el que lleva a la dominación tirana.