El horror nuestro de cada día (CLXXX)

ÁNIMA EN LA FUNERARIA


El horror nuestro de cada día (CLXXX)

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2014, 22:49 pm

Por Froilán Meza Rivera

La ven salir de las oficinas de la funeraria, tiene todo el aspecto de una joven común y corriente, y como un detalle muy terrenal, ella es atractiva, muy atractiva a los ojos de los varones. Esbelta, como las prefieren en la actualidad quienes siguen la estética de las modelos anoréxicas.

Es rubia natural, lleva una minifalda de color rojo rubí, e impacta a todos con su belleza. Pero es un fantasma, un espectro, una proyección incorpórea.

Los burócratas que salen tarde del Supremo Tribunal de Justicia la han visto, la han visto los empleados de la agencia de viajes en contraesquina, y la han visto los caminantes que nunca faltan en la calle Vicente Guerrero.

No ha faltado el atrevido que le lance piropos o inconvenientes silbidos, dizque de admiración. Quienes así han obrado, por supuesto que se arrepienten en cuanto les es revelada la naturaleza de la mujer.

“Oiga, licenciado, venga. Mire cómo la muchacha se pierde de vista en cuanto empieza a caminar por la banqueta”. El guarda del estacionamiento del Supremo Tribunal los saca de su error.

“¡Ah, carajo! ¡De veras! La acabo de ver y de repente desaparece... es un fantasma, ¡oiga! Es la primera vez que veo uno”.

Es “el fantasma en minifalda” de la funeraria en la Vicente Guerrero, como la conocen en el centro de la ciudad.

La dama joven, sin embargo, a veces se viste con un conjunto de pantalón, chaleco y saco de color beige, pero es la misma, y así la ha identificado sin falta el mismo guarda de los tribunales, quien dice que le ha tocado verla hasta seis veces en una sola noche. “No importa que la funeraria esté cerrada y sus luces estén apagadas, ella de todas maneras sale por la puerta... la puerta se ve como si se abriera aunque tenga los seis cerrojos y una tranca que le echan al cerrar el negocio los encargados”.

Por supuesto, la apertura de la puerta del frente es una ilusión.

Y luego le da por caminar por la banqueta, hace sonar los tacones de sus zapatos altos elegantes, pero no avanza ni diez metros con rumbo al Palacio de Gobierno, cuando se empieza a difuminar y termina por borrarse a la vista de la gente.

Pero adentro de la casa de funerales, un empleado la ha visto caminar por las instalaciones. Nuevamente, ha sido también el guarda de los tribunales el que ha recogido la información, en persona. “Dice Fulanito, quien trabaja arreglando los velatorios, que la muchacha camina por los pasillos, y que se mete siempre en la primera capilla de velación, donde deja de verse. Pero que luego se va al baño de mujeres, y dicen que hasta se escucha cómo le baja al agua del inodoro”.

La mujer aparenta tener entre 25 y 30 años, y a veces la han visto de día incluso, confundida entre la gente que acude a rendir homenaje a los muertos que ahí se velan. Les extraña el aspecto elegante de la muchacha, y les cautiva y les intriga su perfume y el brillo de sus ojos, que es triste.

Pero nadie la reconoce, y aunque una velación congregue a mucha gente y hasta a desconocidos para los familiares de los muertos, todos saben que la joven mujer no encaja ahí.

De alguna manera, los vivos saben que la doncella de las zapatillas y las minifaldas, y del elegante conjunto beige, no encaja en el ambiente de los vivos, ni en el de los muertos recientes.