Inmigrante indígena busca asilo tras ser secuestrada en la frontera

**La oriunda de Oaxaca huyó de la discriminación en su pueblo y encontró un calvario al intentar ingresar a EEUU.


Inmigrante indígena busca asilo tras ser secuestrada en la frontera

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2015, 20:00 pm

La Opinión

Cuando “Marta” y su hijo estuvieron encañonados por sus secuestradores en el interior de una cueva en Tecate, cerca de la frontera con Estados Unidos, ambos pensaron lo mismo: que primero muera el otro.

Ambos supieron después que no se trató de un deseo egoísta.

“Marta”, una indígena de Oaxaca que pide el anonimato por temor a represalias, quería que su hijo fuera asesinado antes que ella para que el chico no sufriera al ver la ejecución de su madre.

Y su hijo, entonces de 14 años, prefería que ella muriera primero para no dejarla con cuatro hombres armados que no querían liberarlos a pesar de haber cobrado un rescate de 16,000 dólares. Solo les preocupaba el orden de los asesinatos. No creían que saldrían vivos de ahí.

Casi al oscurecer uno de los tipos sacó de la cueva a “Marta” y a su hijo. Apenas pudieron, corrieron despavoridos y –literalmente- entraron a Estados Unidos huyendo de uno de sus secuestradores.

Su largo calvario terminó cuando se toparon con un agente de la Patrulla Fronteriza.

Bajo la custodia de esa corporación, la indígena contó su amarga experiencia y los liberan bajo palabra. Finalmente, en abril se reunieron con su familia en Los Ángeles. Ambos ahora defienden su estancia en este país a través de una solicitud de asilo político. Recientemente tuvo la primera audiencia.

La esperanza de “Marta” es no ser parte de los 9 de cada 10 mexicanos han pedido este beneficio en los últimos años y que son rechazados. El temor a perder la vida si regresan o cualquiera de las razones por las que huyen de sus comunidades, a veces no son motivo suficiente para convencer a los jueces de Inmigración.

Marta asegura que les pidieron que cruzaran la frontera con una mochila repleta de droga, pero ella se neg—ó y la golpearon y amenazaron con matarla /Aurelia Ventura
Los querían usar de mulas

Durante su viaje a la frontera norte, a “Marta” y a su hijo se les acabó el dinero después de pasar dos semanas en Tijuana, escala en su viaje hacia Los Ángeles, cuando conocieron a una mujer que les ofreció alojamiento. Sin otra opción, aceptaron. Pero al día siguiente, afuera de su casa, los interceptaron cuatro sujetos armados y los llevaron a un cerro.

Luego de caminar por horas llegaron a una cueva. Ahí se enteraron que la intensión era que sirvieran de “mulas”, que llevaran mochilas repletas de cocaína y metanfetamina hacia el lado estadounidense.

“Marta” no aceptó y pagó su osadía. “Me golpeaban, me jalaban el cabello, apuntaban a mi hijo con la pistola diciendo que si me seguía resistiendo lo iban a matar”, contó con lágrimas.

Una llamada del esposo (quien los esperaba en Los Ángeles) al teléfono de “Marta” cambió el plan de los narcotraficantes. A él le dijeron que si quería verlos vivos tenía que pagar 8,000 dólares por cada uno. Ese mismo día él hizo cuatro depósitos, dos a Tijuana y otros dos a la Ciudad de México.

Huyó de la discriminación

“Marta” salió de su comunidad en Oaxaca porque -según ella- la discriminaban por pertenecer a una iglesia cristiana, distinta a la religión que profesa la mayoría allá, el catolicismo.

“No quiero regresar a México porque sé que si regreso me van a matar”, expresa la mujer, quien precisa que sus captores tienen su información personal. “Lo único que queremos es trabajar, practicar nuestra religión, ser libres”, agrega quien se gana la vida limpiando casas.

En Los Ángeles, ella y su hijo, inscrito en una preparatoria, han padecido las secuelas del rapto.

“Oro, el único que puede sanar es Dios y aún así siento que no puedo más”, dice.