Las desaparecidas de Chihuahua, ¿quién se las llevó? ¿Cómo? ¿Por qué?

**La lista se hizo mucho más larga, pero hubo cuatro casos iniciales, y la alarma cundió porque quedaba muy claro que se habían desvanecido en misteriosas y muy similares circunstancias. (FOTO, Francisco López; Consuelo Valenzuela, madre de Julieta Marlén)


Las desaparecidas de Chihuahua, ¿quién se las llevó? ¿Cómo? ¿Por qué?

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2017, 19:40 pm

Por Froilán Meza Rivera

A fines de marzo del 2001, la capital de Chihuahua enfrentó una ola de desapariciones de jovencitas. Hubo cuatro casos iniciales, y la alarma cundió porque quedaba muy claro que se habían desvanecido en misteriosas y muy similares circunstancias.

Todo apuntaba a que se tratara de los mismos perpetradores.

El panorama se miraba aterrador, ante la posibilidad de que sucediera lo mismo que en Ciudad Juárez con las tristemente célebres, las tan traídas y llevadas muertas de aquella frontera, de las que todo el mundo habla, acerca de las que todos tienen una y mil explicaciones, pero para las que nadie ha aportado la justicia más elemental.

Aquí en Chihuahua, para marzo de aquel triste 2001, eran cuatro cuasi niñas de las que de repente no se supo nada, pero siguieron los meses y los años, y ya se acumularon más de diez casos similares. Ya se recuperaron los huesos de dos de ellas, y existe el fuerte rumor de que en las instalaciones del Centro de Comando, Control y Cómputo (el famoso C-4), están los vestigios mortales de por lo menos otra más de estas muchachas.

En 2001, las primeras cuatro desaparecidas eran todas jovencitas, casi de la misma edad, las cuatro delgadas, blancas, casi con el mismo largo de cabello, y en todos los casos los familiares descartaron tajantemente la sola posibilidad de que se hubieran fugado con el novio o de que hubieran abandonado la casa materna por propia voluntad.

No lo decían abiertamente, pero en las conversaciones con las madres, los padres, las hermanas y los abuelos, afloraba la certeza de que Minerva Teresa, Rosalba, Yesenia Concepción y Julieta Marlén, hubieran caído en manos de secuestradores.

Las coincidencias eran visibles: Se trataba de jovencitas con las mismas características que desaparecieron dentro de un corto lapso de tiempo y, como un factor común en esos cuatro casos, su desaparición se dio en el centro de la ciudad, en una zona cuyo eje es la avenida Niños Héroes, entre la Plaza San Pedro y la calle Quinta.

MINERVA TERESA

Martina Albendaño, madre de Minerva Teresa Torres Albendaño, se quejó de que en el caso de su hija desaparecida, las autoridades siempre privilegian las hipótesis más retorcidas, antes que la simple y llana desaparición, de tal manera que dejan en último lugar la posibilidad de un secuestro.

“Que si vestía como chola, que si vestía provocativa, que si andaba en malos pasos, que si... ¡no! A mi niña no le gustaba ponerse escotada, ni falda corta, ella era seria, de familia cristiana”.

Minerva Teresa, desapareció el 13 de marzo de 2001, cuando contaba con 18 años. Ella salió de su casa, en la colonia Villa, y se dirigía al Centro. Iba a buscar trabajo y se preparó y se vistió para ello. Martina descartó de plano que la muchacha tuviera planes de irse de casa, porque traía sólo lo puesto, y ni siquiera llevaba bolso de mano. Una vecina de ella se sentó junto con la jovencita en el camión rumbo al Centro, y se bajó una cuadra antes que Minerva, en la calle Cuarta, por lo que supuso que, a lo más, la ahora desaparecida se habría bajado en la Quinta y Niños Héroes.

ROSALBA PIZARRO

Consuelo Ortega, madre de Rosalba Pizarro Ortega, también se quejó de que, en los cuatro casos, la Procuraduría fue lenta en extremo, ya que en un principio apenas les hacían caso. La última vez que vio a su hija, de 17 años, fue el 22 de febrero de aquel mismo año, cuando ella y la otra niña, de 15 años de edad, andaban en el Centro, y la menor se despegó de Rosalba porque tenía mucha hambre y no quiso esperar a que la hermana mayor fuera a entregar un solicitud de trabajo. Se despidieron en Juárez y Quinta y ya nunca se volvieron a ver desde entonces.

Rosalba nunca llegó a casa. El novio, Gabriel, quien era un año mayor que ella, se quedó esperándola. Según todas las apariencias, Rosalba Pizarro no tenía razón alguna para irse de casa.

Los restos de Rosalba fueron identificados por expertos forenses argentinos, de entre una serie de otros restos incógnitos que se encontraban en el C-4 de Chihuahua.

JULIETA MARLÉN

Julieta Marlén González Valenzuela desapareció el 7 de marzo a las 7 de la tarde, después de que salió del Instituto Niños Héroes, cerca del Cinema Dorado. Sus compañeros la vieron bajar a la calle, hacia donde tomaba cotidianamente el camión, en la esquina de Niños Héroes y Quinta.

Igual que en los otros tres casos, se trataba de una jovencita que no tenía fuertes inclinaciones a ir a los bailes, ni de salir mucho. Como en los otros casos, a ella también su novio la sigue esperando. La atribulada madre realizó una incursión a Delicias y otra más a las inmediaciones de La Puerta de Chihuahua para comprobar varias pistas que resultaron falsas, con todo el peligro que representa la presencia de una mujer inerme e indefensa en situaciones probablemente riesgosas.

YESENIA CONCEPCION

Yesenia Concepción Vega Márquez, de 16 años al momento de su desaparición, fue vista por última vez por su familia el 26 de febrero, también del 2001, cuando salió de su casa y tomó el camión hacia su escuela, el Instituto Chihuahuense, que se localiza en las inmediaciones del templo de Santa Rita.

Por ella comenzaron a preocuparse cuando no llegó a comer, como siempre lo hacía, y salieron con el alma angustiada a buscarla a las calles y a indagar en casa de sus amigas. Tampoco ella era “salidora” ni fanática de los bailes.

A más de seis años de aquellas desapariciones misteriosas, se fueron acumulando más muchachas de las que no se volvió a saber. Y si ya se recuperaron restos de dos de ellas, lo cierto es que a ninguna se le ha hecho justicia.

¿Cuándo, pues?