Mápula, la estación perdida de Chihuahua

**Aquí fue masacrado vilmente por órdenes de Victoriano Huerta, el gobernador del estado y secretario de Gobernación de la admistración de Francisco I. Madero, don Abraham González.


Mápula, la estación perdida de Chihuahua

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2011, 19:55 pm

Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- Nadie sabe dónde está, a pesar de que hay letreros desde la desviación a la derecha de la Carretera Panamericana: “Estación Mápula, 2”, dice el letrero verde. Pero si bien a 2 kilómetros del entronque con el camino de terracería se atraviesa la vía del ferrocarril, la estación no se ve por ningún lado.

¿Norte o Sur? Hay una brecha casi intransitable, sin embargo, paralela a las vías férreas, y siguiéndola rumbo al Sur, ahí aparece el cuadrángulo de piedra de Mápula. De hecho, el estado de conservación es muy bueno para una construcción que tiene 128 años desde que fue levantada, y por lo menos cuarenta desde que dejaron de utilizarla.

A mil 589 kilómetros más 58 metros de la ciudad de México, se encuentra la estación Mápula, abandonada hoy en día, dejada aquí nada más para que se caiga solita, después de que el decaimiento de la ganadería y el tendido de las carreteras de asfalto la hicieron innecesaria.

Pero Mápula existe desde la construcción de la línea del Ferrocarril Central, y por aquí pasó la primera máquina del ferrocarril el 13 de octubre de 1883.

La pregunta surge natural: ¿por qué poner una estación aquí, a sólo 30 kilómetros de la capital del estado? ¿Era costeable y necesaria?
La respuesta se encuentra en otra ruina, la de la antigua Hacienda de Mápula, a sólo cuatro kilómetros de la estación hacia el Poniente, y que tuvo una de las más grandes concentraciones de ganado vacuno en el estado. Y es que en esta llanura que está situada en medio de las sierras de Santo Domingo y de la Yerbabuena, hubo un hervidero de ganado desde que los europeos colonizaron el territorio. Las dos sierras corren paralelas, orientadas de Sur a Norte, y son un corredor de humedad que propicia la ganadería.

En la estación de Mápula había el servicio (muy limitado, por la escasez de pobladores) de boletaje, más el surtimiento de agua para las máquinas de vapor, pero lo más importante: había aquí una serie de corrales de paso para retener momentáneamente a las cabezas de ganado que serían embarcadas en el tren y, por supuesto, había un embarcadero, que para que el lector lo entienda, era una rampa de madera encajonada por la cual las vacas eran subidas a los vagones de ganado.

Mápula era, pues, una verdadera estación ferroviaria. Una estación de ferrocarril es una instalación con vías a la que pueden llegar y desde la que se pueden expedir trenes. Se compone de varias vías, con desvíos entre ellas, y se delimita por señales de entrada y salida.
Adicionalmente son un punto de acceso al ferrocarril de pasajeros y mercancías, aunque no es una condición indispensable para ser una estación. Suelen componerse de andenes junto a las vías y un edificio de viajeros con servicios como venta de billetes y sala de espera.

Hoy en día, la estación de Mápula tiene sus cuatro paredes de piedra completas, y las paredes interiores, que son de adobe, se encuentran en muy buen estado también, a pesar de que la mezcla se ha caído en algunos puntos. Su techo de ladrillo abovedado y terrado encima, está completo aunque ya se gotea. El piso de piedra ya se lo llevaron, presumiblemente los lugareños de los ranchos aledaños como material de construcción. Así como está, así como se está deteriorando, la estación pudiera bien durar de pie otros tres períodos de 128 años más, sin mantenimiento, pues salta a la vista que su hechura es para conservarse durante siglos.

MÁPULA Y DON ABRAHAM GONZÁLEZ

El 7 de junio de 1864, nació en Ciudad Guerrero, Chihuahua, Abraham González Casavantes, quien se distinguió como revolucionario maderista, gobernador de su Estado y secretario de Gobernación con Francisco I. Madero.

Don Abraham González, quien el año de su muerte estaba en el Distrito Federal sirviendo a Madero como secretario de Gobernación, regresó a Chihuahua después del golpe de estado de Victoriano Huerta y del asesinato del presidente y del vicepresidente de la república. Acá en la capital del estado fue tomado preso por los federales, quienes se lo llevaron en ferrocarril, y en la estación Mápula lo bajaron, lo ataron de pies y manos para colocarlo luego sobre los rieles y pasarle la máquina y despedazarlo, el 7 de marzo de 1913, a 13 días de la muerte de Madero.

El historiador e ingeniero Clemente Rendón, cronista de la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, y cronista honorario de Monterrey, describe así la muerte de don Abraham:

“Huerta sabía perfectamente de la lealtad de don Abraham González hacia el presidente Madero, razón por la cual mandó al General Antonio Rábago que lo aprehendiera y asumiera el gobierno de Chihuahua el 23 de febrero. Abraham González fue encerrado en el Palacio Federal y estuvo acompañado por el cónsul de México en El Paso, Enrique C. Llorente, quién también estaba preso. El día 7 de marzo se le comunicó a don Abraham González que tenía que ser trasladado a la Ciudad de México para ser juzgado; él sabía que no era cierto, pero fingió creerlo y se despidió de Llorente. Cuando abordó el automóvil que lo llevaría a la estación ferroviaria, logró ver que en un carruaje estaba el General Luis Terrazas, quien deseaba estar seguro del traslado. Abordaron el tren y al llegar a la estación Mápula, se detiene el convoy. En el trayecto, don Abraham había estado muy pensativo, quizás meditando en su vida tan intensa, ahora que pensaba casarse con su prometida, para formar un hogar y vivir en paz...

“Los felones custodios Benjamín Camarena y Hernando Limón lo bajaron del furgón en una fría noche invernal y en ese lugar solitario, en el que sólo se oían los aullidos de los coyotes. La escolta que lo condujo se guió con la luz de una linterna de ferrocarrilero y, tras caminar unos cuantos pasos, se escuchó una descarga de fusiles. Regresaron con el cadáver y lo pusieron en las vías del ferrocarril, para que lo trituraran las ruedas del tren. Un vil asesinato hecho por envilecidos militares, que imitan a sus jefes chacalescos y traidores. En el cielo diáfano las estrellas atestiguaron la infame muerte terrena de un hombre limpio y bueno, que se convirtió en inmortal estrella de la democracia.

“El General Francisco Villa cruzó la frontera con 9 hombres en marzo de 1913. Para el mes de diciembre había ganado muchas batallas y tomado las plazas de Torreón, Ciudad Juárez, ganó la batalla de Tierra Blanca, tomó Chihuahua y Ojinaga y comandaba alrededor de 15 mil hombres. Fue nombrado gobernador provisional de Chihuahua. Villa comisionó al Coronel Fernando González, sobrino de don Abraham, para que localizara los restos del gobernador asesinado. Trasladaron los restos a Chihuahua y se realizó un gran homenaje póstumo al gran héroe chihuahuense, tanto en el Palacio de Gobierno como en el panteón en donde fueron inhumados los despojos de don Abraham González, el 7 de marzo de 1914, para conmemorar el primer aniversario de su sentido fallecimiento”.