México, tres décadas de empleo precario

Reportaje especial/ La Crónica de Chihuahua


México, tres décadas de empleo precario

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2015, 10:53 am

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Martín Morales

Los millones de empleos formales que prometió en enero de 1994 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), suscrito con Estados Unidos y Canadá, y el millón de empleos “dignos y bien remunerados” que la reforma laboral de 2012 traería cada año a partir de 2013, debieron extraviarse en alguna parte del territorio nacional porque a la fecha no aparecen por ningún lado.

Los incipientes resultados positivos que actualmente presume el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), según él, debido a la reforma laboral que en el último tramo de su Gobierno promovió el panista Felipe Calderón Hinojosa (29 de noviembre de 2012), son proporcionalmente igual de magros a los que obtuvo el “Gobierno del cambio” de Vicente Fox Quesada (2000-2006) y a los seis millones de puestos de trabajo –un millón por cada año– que el propio “Presidente del empleo” había prometido para el sexenio 2006-2012.

Acaso la única promesa cumplida por los gobiernos panistas sea visible y computable en la “changarrización” que la economía y el empleo sufrieron invariablemente en los últimos tres lustros, pues hoy el 60 por ciento de las cinco millones de pequeñas y medianas empresas (Pymes) –que ofrecen la mayoría de los empleos en el país– se hallan en la informalidad, al igual que la mayoría de los trabajadores de México.

En la mayor parte del territorio nacional, en efecto, la mayoría de las plazas de trabajo son inestables, las prestaciones sociales y sanitarias se han convertido en “piezas de museo”, los salarios son muy bajos y seis de cada 10 trabajadores laboran en la informalidad, proporción que equivale al 57.8 por ciento de la población económicamente activa (PEA), integrada por poco más de 49 millones de mexicanos.

Empleos precarios

“El mercado de trabajo mexicano se ha caracterizado por la vigencia de una baja tasa de desempleo abierto; sin embargo, éste ha coexistido con un alto y persistente empleo informal”, indica el texto El empleo informal en México: situación actual, políticas y desafíos programa de Promoción de la Formalización en América Latina y el Caribe, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El mismo estudio indica que la tasa de desempleo abierto en 2009, en plena crisis financiera, se elevó del 3.9 existente en 2008 al 5.47 por ciento, para estabilizarse en el cinco por ciento anual promedio que desde 2010 mantiene, porcentaje que equivale a unas 2.5 millones de personas sin empleo.

“Ello implica que la ocupación en puestos de trabajo informales es, para una proporción significativa de quienes pierden su empleo, la principal alternativa para generar ingresos. Esto se produce como consecuencia del relativamente bajo dinamismo en la creación de nuevos empleos productivos y la ausencia de mecanismos que apoyen al trabajador cesante en la búsqueda de un nuevo puesto de trabajo”, explica el mismo documento.

Especialistas entrevistados por buzos explicaron que este hecho se debe básicamente a que con el crecimiento económico de 2.5 por ciento anual promedio registrado en años recientes sólo es posible generar poco más de 400 mil empleos formales al año.

Es decir, que los 200 mil empleos por cada punto del producto interno bruto (PIB) resultan ser una cifra muy distante de los 1.5 millones de puestos de trabajo que el país requiere para satisfacer su demanda anual de empleo y sin poder bajar, por supuesto, el rezago de desempleo acumulado. Este fenómeno propicia que los empleos creados en sustitución de los formales perdidos y de los que no se crean, son informales; es decir, con salarios bajos y sin prestaciones sociales, absolutamente precarios.

Los ingresos, de acuerdo con especialistas de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre ellos el doctor David Lozano, se han depreciado en un 80 por ciento de 1985 a la fecha y más allá de la propaganda electoral sobre el inminente incremento de los ingresos de los trabajadores, la realidad es que en enero de este año el aumento al salario mínimo general (SMG) mantuvo su cuota de dos pesos anuales.

En la zona A, que incluye al Distrito Federal, el incremento fue de 2.8 pesos diarios y se ubicó en 70.10 pesos diarios y en la zona B llegó a 66.45 pesos al día. “Esos 2.8 pesos diarios de aumento sólo alcanzan para comprar seis o siete tortillas adicionales”, comentó a buzos Alejandro Vega García, del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS).

La autoridades financieras y laborales han resaltado que con el cinco por ciento de desempleo abierto, México tiene hoy una de las tasas más bajas de los países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pues el promedio en este “club internacional” –la mayoría de las naciones son europeas y enfrentan una severa crisis financiera– anda en el 7.4 por ciento.

En julio de 2014, sin embargo, el país reportó el 5.2 por ciento y el organismo multinacional lo ubicó en el sexto lugar con la menor tasa de desempleo. El 9 de diciembre pasado estuvo posicionado en el tercer lugar cuando registró una tasa del 4.7 por ciento de desempleo abierto.

Cifras del desempleo

En estadísticas de empleo formal del 16 de enero de 2015, según el reporte 12/15 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el nivel fue del 4.38 por ciento con datos referentes a diciembre de 2014, menor en 0.18 puntos porcentuales comparativamente con la tasa estacionalizada de noviembre del 3.76 por ciento, menor con la de diciembre de 2014, que fue del 4.27 por ciento. El estado con el primer lugar en desempleo es Tabasco, con el 6.47 por ciento; el segundo, Baja California Sur con el 6.29 y ocupa el tercer puesto el Distrito Federal con el 5.93 por ciento, todos muy por encima de las tasas estacional y desestacionalizada del desempleo nacional.

De acuerdo con los especialistas en economía, el cálculo del desempleo se hace con métodos econométricos que toman en cuenta elementos como la cantidad de semanas de los meses, el número de los días de cada mes y las temporadas del año que inciden en mayor o menor grado en las mediciones. Los datos estacionalizados o desestacionalizados tienen diferentes usos en la economía, pero en términos generales debe observarse la tendencia de la tasas mensuales, es decir, si éstas tienden a subir, bajar o a mantenerse estables. El dato en este caso es que el promedio –más, menos– es del cinco por ciento desde la crisis económica que comenzó en el bienio 2007-2009.

Los datos presentados en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi revelan que los desempleados tienen estudios de al menos nivel medio superior e incluso superior. Al concluir diciembre de 2014, estos grupos representaron el 48.22 por ciento del total de mexicanos sin trabajo y la tendencia va en incremento, pues en los últimos seis meses del año pasado la tasa aumentó al 22.9 por ciento. En junio de 2014 los desempleados con nivel de bachillerato y superior representaban el 39.23 por ciento del total de los “parados”, como se les dice en España.

Si al 48.22 por ciento de desempleados con educación media superior y superior, se suma el 36.86 por ciento de quienes terminaron la secundaria, el conjunto de desempleados con estudios básicos y medios representa el 85.08 por ciento del total de los desocupados. El porcentaje de los ocupados representó el 96.2 por ciento del total de los trabajadores económicamente activos y el restante 3.8 por ciento redondeado (exactamente 3.76 por ciento), es el porcentaje de no ocupados en datos estacionalizados.

Sobre la forma de ocupación, el 67.4 por ciento son empleados que laboran mayoritariamente en condiciones de informalidad; el 22.9 por ciento trabajan por su cuenta y el 5.6 por ciento sin remuneración, en negocios familiares; el 4.1 por ciento son los empleadores. En cuanto al tipo de labor, la mayoría, el 42.1 por ciento, se dedica a la prestación de servicios; el 19.7 por ciento al comercio; el 15.8 por ciento a las manufacturas y el 13.4 por ciento se desempeñan en el sector agropecuario.

Alejandro Vega, analista del CILAS, dijo a buzos: “México aparentemente tiene una situación favorable en cuanto al empleo comparada con otros países, pero es que se utilizan criterios muy laxos para la medición del desempleo; con un día que se trabaje en una semana, ya se le considera como no desempleado y, también, cuando se trata de un trabajo no remunerado en un negocio familiar; mediciones mucho más objetivas, como las que han hecho analistas del Centro de Análisis Multidisciplinario (el CAM de la UNAM) arrojan cifras muy diferentes, entre ellas la que define que la tasa de desempleo real es del 15 por ciento de la PEA”.

La vía pública, una salvación

Ante la situación adversa los trabajadores, incluidos los que cuentan con estudios de bachillerato y licenciaturas, técnicos y personas con oficios específicos o actividades independientes, han buscado refugio en negocios comerciales de todo tipo, en el comercio en vía pública, puestos fijos o semifijos y en mercados y tianguis.

También han recurrido a los “mercados alternativos” que se generan en los medios de transporte –microbuses y autobuses urbanos, suburbanos, taxis, mototaxis, bictaxis y carros eléctricos– vendiendo a cinco o 10 pesos discos CD y DVD, audífonos de “chícharo” para todo tipo de celular, dulces, cacahuates, chicles o gomitas con azúcar de marcas estadounidenses, etcétera.

En el texto Estudio Sobre Trabajadores Independientes/Informales, de agosto de 2014, elaborado por la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), cuyo objetivo fue establecer los hábitos de ahorro en el sector laboral informal mayoritario, puede observarse la presencia de profesionistas y trabajadores con oficio específico laborando en el amplio sector informal de la economía.

Desaparecen las prestaciones

En el extenso marco de la economía informal las prestaciones sociales se han convertido en piezas de museo cuya vigencia –producto de arduas conquistas laborales libradas en la Revolución Mexicana y la primera mitad del siglo XX– apenas duró unas cuantas décadas para empezar a extinguirse a finales del siglo anterior. Hoy casi 30 millones de trabajadores, de los poco más de 49 millones de la PEA, carecen de contratos laborales y de afiliación al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y al Instituto Nacional para el Fomento de la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit).

El estudio del Consar sobre el ahorro en la informalidad, realizado en agosto de 2014, que se apoya en el dato del Inegi que reporta la existencia de 28 millones 872 mil 603 informales (el 57.8 por ciento de la PEA), resalta que sólo el 0.93 por ciento de estos trabajadores (261 mil 165 personas) tienen una cuenta Afore, el resto no sabe cómo funciona y desconoce completamente en qué consiste el ahorro para el retiro.

Es decir, no saben que podrían abrir una cuenta de manera independiente –ya que no son derechohabientes del IMSS ni del Infonavit– para hacer que sus patrones y el Gobierno federal hicieran las aportaciones correspondientes a la Afore donde inscribieran y que tal gestión es similar a la apertura de una cuenta en un banco.

En este sondeo, que se realizó en 10 entidades federativas, se llegó a la conclusión de que los trabajadores informales no están ahorrando para su retiro, que carecen de expectativas sobre la cantidad de dinero que podrían destinar para el momento de su retiro y que, por lo tanto, no son conscientes de la necesidad de ahorrar con ese propósito.

Reportó que la mayoría de los encuestados (mil 228) no han contado nunca con una cuenta de Afore, y 944 expresaron tener abierta una, pero no haber cotizado desde hace por lo menos seis años, porque perdieron el empleo en el que estaban registrados en el IMSS y en el Infonavit y no volvieron a tener un empleo formal desde entonces. Es decir, no saben si han cotizado y cuanto disponen de ahorro en sus cuentas.

El 31.9 por ciento dijo que al retirarse vivirán de un negocio y el 16.6 por ciento que lo harán con sus ahorros. Sobre esto la Consar, con el evidente objetivo de atraer recursos del medio laboral informal para las Afores privadas, pone de relieve “el riesgo” de que los trabajadores guarden sus ahorros en su casa.

Aumenta la informalidad

Por otro lado, la individualización de la contratación del trabajo, derivada de la reforma laboral –inicialmente promovida por Calderón en el nivel constitucional y reglamentado ya en el Gobierno de Peña Nieto– ha permitido la pulverización del sindicalismo y con ello se ha colocado a cada trabajador en la disyuntiva de aceptar las condiciones impuestas por sus patrones o en defenderse con sus propias uñas en los tribunales laborales.

Esto ha propiciado que 60 de cada 100 trabajadores no cuenten con registro institucional alguno sobre su actividad laboral, y por lo tanto, que no estén en las listas de ningún sindicato porque al fin de cuentas ni siquiera tienen legalmente un patrón.

Por esta razón, en México ya no hay huelgas o paros laborales –en realidad nunca ha habido muchas, salvo en los periodos gubernamentales de los expresidentes Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos y Luis Echeverría Álvarez– pues los requisitos para realizarlas fueron complicados por la reforma laboral que apoyaron los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) a fin de evitarlas o impedirlas.

Al respecto, el actual secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS), Alfonso Navarrete Prida, el pasado 13 de enero resaltó que en los dos primeros años de la administración federal de Peña Nieto ha habido “paz laboral” al reportarse sólo un conflicto obrero-patronal de nivel federal.

Desde 2013, Navarrete Prida ha destacado avances en la “formalización” de los empleos (reportó 300 mil puestos al final de 2014) y el pasado 13 de enero de 2015 anunció una reducción del tres por ciento en el porcentaje de la informalidad laboral en los primeros dos años del actual Gobierno, pues bajó del 61 por ciento reportado en diciembre de 2012 al 57.8 por ciento registrado en diciembre de 2014, según estadísticas del Inegi.

La cifra de la informalidad que manejaba el Inegi antes de 2012 bordaba sobre los 15 millones de personas, pero al final de ese mismo año comenzó a aplicar el esquema de cálculo diseñado por la OIT, y el monto real de ese fenómeno laboral para ubicarse en 30 millones de trabajadores informales.

La reducción en la informalidad recientemente reportada por la STPS, indicó el especialista Alejandro Vega García, no significa que haya habido una ampliación de la oferta laboral sino puestos informales que pasaron a ser formales, porque el patrón inscribió a tal trabajador al IMSS o porque algunos trabajadores se inscribieron por iniciativa propia en esta institución de seguridad social.

Ha sido evidente la dificultad de construir un discurso político con base en estos números, porque no es posible sostener que con un crecimiento promedio 2.5 por ciento anual se estén creando siquiera cercanamente a los 1.5 millones de puestos anuales requeridos para satisfacer la demanda anual de puestos; a lo sumo, se han creado 500 mil al año.

De acuerdo con los especialistas, cada punto de crecimiento anual del PIB equivale a la creación de aproximadamente 200 mil empleos y como el crecimiento anual es de 2.5 por ciento promedio –en los últimos 20 años– de ahí sale el dato de los 500 mil puestos anuales.

Navarrete Prida, pasado el 13 de enero, presumió que en 2014 se generaron 714 mil 526 puestos formales. De ese total, sin embargo, al menos la mitad eran trabajos formalizados sólo por medio de la inscripción al IMSS, pero no puestos nuevos, como aseveró Alejandro Vega. En términos reales, los empleos creados el año anterior rondan en los 350 mil, cifra cercana a no más de 500 mil habituales. Este dato coincide con el crecimiento de la economía que en 2014 fue del 2.3 por ciento.

Sin embargo, basándose en esa cantidad de 714 mil 526 puestos, el titular de la STPS enfatizó que tales puestos son producto de la flexibilización de las formas de contratación originada por la reforma constitucional en materia laboral impulsada por el expresidente Calderón y complementada por Peña Nieto.

En el marco de esa misma reforma, el presidente Peña Nieto puso en marcha, en septiembre de 2014, el programa Crezcamos Juntos, abocado a promover la formalización de empleos mediante la oferta de incentivos fiscales y financieros (créditos) a los pequeños negocios, tales como el 50 por ciento de descuento en el pago de las cuotas patronales al IMSS y el Infonavit en los primeros dos años de inscripción; del 40 por ciento en el tercero y cuarto años hasta llegar a su nivel normal.

Sin embargo, para el economista David Lozano, el punto central del problema del empleo es el crecimiento económico, que no llega. En 2014 las expectativas oficiales de crecimiento económico eran del 3.9 por ciento del PIB, se redujeron a 2.7 por ciento a mediados de año y terminaron entre el 2.1 y el 2.6 por ciento. Oficialmente concluyó en 2.3 por ciento. Para este año se calcula una tasa del 3.5 por ciento.

“Para generar empleos formales debe crecer la economía –comentó Alejandro Vega– y para que crezca la economía debe crecer el mercado interno (transacciones comerciales en el país) y para eso se necesita incrementar el ingreso de la población; ése es el punto de partida para agilizar la economía; así lo hizo Brasil, y tuvo un periodo de crecimiento extraordinario y hoy, con todo y su problemática, está en mejores condiciones que México. Pero aquí se están aplicando las mismas recetas desde hace 30 años, las mismas que han demostrado que simplemente no funcionan en los hechos”.