Milenio y el horror a las estadísticas sociales

Por Abel Pérez Zamorano


Milenio y el horror a las estadísticas sociales

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2011, 08:53 am

(El autor es un chihuahuense nacido en Témoris, municipio de Guazapares, tiene un Doctorado en Desarrollo Económico en la prestigiosa London School of Echonomics, una Maestría en Políticas del Desarrollo por la misma institución británica, y un grado de Máster también en Economía por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Ciudad de México. Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma de Sinaloa con mención honorífica por el mejor promedio de su generación.)

Sabido es que, históricamente, las clases sociales enemigas del progreso se colocan de espaldas al futuro, y asumen una actitud irracional y autista; rechazan la verdad, y se lanzan a verdaderos asaltos a la razón, pero a mano armada. Desvirtúan la ciencia, convirtiéndola en encubridora de injusticias e instrumento de cancerberos mediáticos del modelo económico. Provoca en mí esta reflexión, la respuesta rápida y furiosa, que el día 26 de junio, y en idioma de carretonero, dio el periodista Néstor Ojeda, del diario Milenio, a declaraciones del Ingeniero Aquiles Córdova Morán, por haber dicho, vea usted bien: que en México hay 85 millones de pobres.

En un artículo anterior, comenté que tuve la oportunidad de escuchar una disertación del Ingeniero Córdova donde utilizó esa cifra, y ahora veo a un equipo de periodistas, cual verdaderos basiliscos, diciéndole hasta de qué se va a morir, a quien se atrevió a llamar a las cosas por su nombre; pero – siempre hay un pero: rechazan la cifra, mas no dicen cuál es la verdadera, ni citan fuente creíble de ella, exigiendo a sus lectores una auténtica profesión de fe. Ojeda, pues, plantea que no hay tantos pobres, pero esa no deja de ser una simple afirmación, sin sustento, y recuérdese que no es lo mismo afirmar que probar y demostrar, y las simples afirmaciones no tienen valor científico, aún cuando sean dichas de manera altisonante. Discrepo del periodista enojado. La evidencia dice que no sólo son 85 millones de pobres, sino más aún, y si Ojeda lo niega, es llevado por su ideología, por sus compromisos laborales, o por una combinación de ambos. Daré evidencia de mi discrepancia.

En México, el especialista en pobreza más reconocido, por su rigor científico, es el Doctor Julio Boltvinik, investigador de El Colegio de México y ex integrante del propio Coneval, cuya fundación él mismo propuso, y con el cual guarda profundas diferencias de orden metodológico. Y a ese respecto, dice en algunas de sus colaboraciones, en su columna Economía Moral: “La Ley General de Desarrollo Social (LGDS), vigente desde 2004, hace obligatoria la medición multidimensional de la pobreza al señalar que deberá utilizar la información que genere el Inegi “al menos sobre los siguientes indicadores: I. Ingreso corriente per cápita; II. Rezago educativo promedio en el hogar; III. Acceso a los servicios de salud; IV. Acceso a la seguridad social; V. Calidad y espacios de la vivienda; VI. Acceso a los servicios básicos en la vivienda; VII. Acceso a la alimentación, y VIII. Grado de cohesión social”. (Art. 36). “La LGDS encarga esta medición al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)” (J. Boltvinik, 4 de diciembre de 2009). No se aplica, pues, un solo criterio, unidimensional, como podría ser el ingreso per cápita (Ypc), para definir la línea de pobreza per cápita (LPpc). El propio investigador aplica, desde 1992, el llamado MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza), diseñado por él mismo, combinado con una versión empleada por la ONU, que fuera aplicada desde 1990 por el PNUD en Latinoamérica.

Pero el gobierno federal desvirtúa el método, rebajando la línea de pobreza (LP), para que menos gente quede por debajo de ella. Se trata de esconder a los pobres debajo de la alfombra. Boltvinik cuestionó varios sesgos de la metodología, entre ellos los siguientes: 1) el INEGI realiza sus muestreos en “comunidades rurales falsas”, estrechamente enlazadas a zonas metropolitanas (y, por tanto, con todas las facilidades de la ciudad), que por su cercanía son más fáciles de encuestar que las “rurales verdaderas”, lejanas, aisladas y de menor densidad poblacional; 2) se subestima a los pobres en el rubro de servicios médicos, porque “el seguro popular se interpreta como si fuese equivalente a los servicios del IMSS y el ISSSTE, lo cual no es correcto, pues se trata de servicios de salud incompletos”; 3) “…se le exige a una persona/ hogar para clasificar como pobre: tener carencias (como no mandar a sus hijos a la escuela porque tienen que trabajar), pero como todos trabajan alcanzan la LP y, por tanto, ya no califican como pobres”; 4) se reduce a niveles inaceptables el umbral mínimo de educación para vivir bien, sólo a primaria; 5) en cuanto al agua entubada, no se la requiere dentro de la vivienda, sino en el lote, y no considera la frecuencia y regularidad del servicio; 6) la canasta básica utilizada es la más barata y de peor calidad; 7) en vivienda, el Coneval viola la ley al pedir a la Conavi que estime los requerimientos, de lo cual resulta una minimización escandalosa en los requerimientos sobre calidad de las viviendas; 8) cuestiona el hermetismo de la información y lo críptico de los cálculos.

Y mediante esos retruécanos, señala Boltvinik, el Comité Técnico consiguió “reducir”, en el papel, el número de pobres en 2003, a 53.7 millones; pero el investigador, junto con Araceli Damián, también de El Colegio de México, cuantifica así el fenómeno: en 1981, el 48.5 por ciento de la población estaba en la pobreza, y en el 2000, el 76.9. Para el año 2003, había 76.8 millones de pobres, y más recientemente, en 2009: “… estimó en 80 millones el número de habitantes en pobreza…”. Pero las cosas están peor, pues: “…precisó que la expansión de la pobreza entre 2006 y 2008 no abarcó la recesión económica de México…la Encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares… difícilmente pudo captar cabalmente el impacto de la crisis en las diferentes variables económicas y sociales del país” (Fuente: entrevista a Julio Boltvinik, La Jornada, 21 de julio de 2009, pág. 3).
Pero dejemos por lo pronto a Boltvinik. Según Reforma: “La reciente crisis económica provocó que se duplicara el número de hogares con hambre en México, catalogados como en “inseguridad alimentaria severa”. Así lo revela un estudio elaborado durante 2009 y presentado ayer por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)… La evaluación presentada ayer se basa en la Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA)...” (Reforma, 19 de noviembre de 2010). El Universal reporta casi lo mismo: “La inseguridad alimentaria severa en hogares mexicanos con niños se duplicó entre 2008 y 2009 como consecuencia de la crisis económica, revela una encuesta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)… más de 50% de los hogares estudiados manifestaron haber presentado una reducción en sus ingresos…” (El Universal, 19 de noviembre de 2010).

Un estudio realizado por José Luis de la Cruz, Director del Centro de Investigación de Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, concluye que al terminar 2010 habrá 2.5 millones de personas más en pobreza alimentaria, y que el número total de pobres del país crecerá en 6.8 millones con respecto a los existentes en 2008 (Milenio, 1 de septiembre de 2010, 8:49 a. m., Monterrey, N.L.). Aunque el investigador habla de cifras totales menores de pobreza (ese punto lo hemos analizado ya), lo importante es el incremento en el número de pobres que, como conclusión de su estudio, espera. Y si Boltvinik estimaba 80 millones en julio de 2009, para finales de 2010, atendiendo a la investigación del Tec de Monterrey, la cifra total sería superior a los 84 millones, más lo que se siga acumulando en este año.

Considere usted asimismo lo siguiente. El miércoles 21 de abril, la agencia Reuters dio a conocer datos del Director del Departamento de Estudios del FMI, a los que se agregan referencias del Banco Mundial y, en la prensa mexicana, del propio gobierno federal. Así fue publicado: “La pobreza en América latina, al alza. Mexicanos, 50% de los nuevos pobres. La crisis lanzó a la miseria a 10 millones en AL. Uno de cada dos latinoamericanos que cayeron en la pobreza en 2009 como consecuencia de la crisis económica es mexicano, según estimaciones del Banco Mundial y del gobierno de México… El 22 de septiembre pasado, Ernesto Cordero, actual secretario de Hacienda y entonces titular de Desarrollo Social, declaró en la Cámara de Diputados que la crisis de 2009 había provocado un aumento de 5 millones en el número de pobres en México, la mitad de los que el Banco Mundial calculó este miércoles para Latinoamérica y el Caribe en el mismo año… Información del Banco Mundial publicada el martes pasado indicó que la desigualdad en la distribución del ingreso en el país creció en los pasados cuatro años. La décima parte de la población de mayor ingreso aumentó de 35.4 a 41.3 por ciento su participación en la renta nacional, según ese organismo (La Jornada, Jueves 22 de abril de 2010, p. 2).

Y de que se manipulan los datos sobre pobreza, es cierto, pero lo hacen el gobierno y sus defensores oficiosos. En su columna del 24 de julio de 2009, Boltvinik señala que el propio INEGI reportó, a través de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del 2008 (ENIGH2008), un incremento en el número de pobres, pero lo hizo hasta el 17 de julio de 2009, una vez pasadas las elecciones federales. Cosa del timing político. En fin, la evidencia aquí vertida, de fuentes que van desde la izquierda hasta el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, muestra palmariamente que la afirmación hecha por el Ingeniero Aquiles Córdova Morán es correcta, y si no es exacta, no es porque los pobres sean menos, como clama el periodista Ojeda, sino porque son más. Así pues, cerrar los ojos a la realidad no es la mejor forma de enfrentar los problemas. México necesita de una prensa independiente, con criterio, objetiva, honesta, pero hasta ahora, muchos periodistas resultan más papistas que el Papa. La meta está todavía lejos, pero puede ser alcanzada, y a ello contribuye de manera muy valiosa la denuncia ciudadana, como la del Ingeniero Córdova, que sin duda representa el sentir de millones de mexicanos, cotidianamente víctimas de medios que no reconocen límites en el agravio y la mentira. Es mi opinión que todos los ciudadanos dignos deben sumarse a una protesta nacional contra los abusos de algunos medios de prensa, que no todos, ciertamente, cuyo estilo se basa en el insulto y la mentira.