"Ópera, llena de violencia machista"

**Bernard Minier criticó la temática de las obras


La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2015, 22:09 pm

"En la ópera, las mujeres son muy frecuentemente maltratadas, traicionadas, empujadas al suicidio, la locura o la muerte", afirma Bernard Minier, que compone en "No apagues la luz" un "thriller" psicológico que pone el acento en la violencia machista enquistada aún en la sociedad occidental.

Tras "Bajo el hielo" (2011), que publicó con 50 años y que le encumbró como superventas, y "El círculo" (2013), Minier publica ahora en español la tercera entrega de las pesquisas protagonizadas por el comandante de la policía judicial Martin Servaz.

"Servaz no soy yo", se apresura Minier a puntualizar al ser preguntado qué hay de él en su personaje estrella, haciendo un quiebro histórico a la celebre frase atribuida a Gustave Flaubert: "Madame Bovary soy yo".

Pero no es con Madame Bovary, sino con Madama Butterfly con la que Minier abre el "primer acto" de "No apagues la luz" (Salamandra), y en concreto con una cita de esta ópera de Giacomo Puccini: "Que tu alma se vea abocada al inminente suplicio".

Dos heroínas trágicas que se ven abocadas a poner fin a sus vidas, pero no son las únicas. "¡Hay un número increíble de mujeres que se suicidan en la ópera!", se exclama Minier en una entrevista telefónica con Efe desde su casa, a las afueras de París.

Fue leyendo el ensayo "L’opera o la defaite des femmes", de la filósofa y escritora francesa Chaterine Clément, autora del "best-seller" "El viaje de Teo", que Minier cayó en la cuenta de la violencia machista existente en el género lírico.

Paralelamente cayó en sus manos "Femmes sous emprise, les ressorts de la violence dans le couple", de Marie-France Hirigoyen, una especie de catálogo para advertir de la violencia verbal y psicológica contra las mujeres en el seno de las parejas. "Un libro aterrador", asegura.

Dos lecturas que le hicieron reflexionar sobre las muertes por violencia de género en particular y por la situación de la mujer en la sociedad francesa y occidental en general.

Y es que, subraya, uno de los puntos fuertes de la novela negra es que "reflejan la sociedad, aunque no sea su objetivo primordial".

"Hay muchas conquistas sociales que se han hecho en los derechos de las mujeres, pero aun quedan muchas, muchas, por hacer", asegura, "contrariamente a lo que muchos piensan", como "en la política o los consejos de administración de las empresas".

Y luego está, añade, la "violencia intima, la que se produce en el interior de las paredes del hogar".

Sendas facetas están integradas en "No apagues la luz", un libro en el que cada capitulo se abre con una palabra del "vocabulario lírico": obertura, partitura, coro, barítono, verismo, figurante, opereta, contrapunto, "sola, perdutta, abbandonata"...

Y, como en la ópera, su "thriller" se desliza sobre las emociones, como el miedo ("la más antigua y fuerte de las emociones humanas", dice), "la ira, la revuelta y el estupor que provoca la violencia".

Un libro, además, en el que los personajes femeninos adquieren mayor "protagonismo e importancia", al contrario que en las dos entregas anteriores de "Bajo el hielo" y "El círculo".

Pero sí que mantiene, como en las dos novelas precedentes, que le valieron el sobrenombre de "el rey del miedo" o "el Stephen King francés", su preocupación por la documentación, incluidas fuentes policiales en la Policía Judicial de Toulouse.

"Adoro ese contacto porque aprendo muchísimas cosas, y eso me permite mantener todas las ficciones que escribo en un contexto realista, que sea posible, que sea creíble", explica.

Esa preocupación por la credibilidad le lleva a situar sus historias en sitios que conoce porque ha nacido o crecido (Pirineos), ha estudiado (Toulouse), o ha visitado. "Los decorados son importantes en mis libros, necesito -afirma- husmear esos detalles, captarlos, impregnarme, absorberlo todo como una esponja".

Minier está "convencido" de que "cuanto más se escarba en lo que se tiene cerca más profundo se llega".

"Cada novela muestra la complejidad del mundo y del ser humano. Mis novelas hablan de individuos, no de categorías sociales, género, función o trabajo", precisa este exempleado de Aduanas, donde ejerció durante veinticinco años que le han dejado como herencia una "enorme disciplina" en su oficio de escritor.

Que el éxito le llegase con su primera novela, pero a los 50 años, con familia y dos hijos, le salvó de la "borrachera" de la fama, con la que ni "en el mejor de los sueños" había soñado que llegase "tan rápido ni en esta proporción".
El Universal