Uso clasista del erario

Por Omar Carreón Abud


Uso clasista del erario

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2012, 19:26 pm

Al gobierno de San Luis Potosí que encabeza Fernando Toranzo Fernández, le está dando un patatús porque los más pobres de ese estado, que son muchísimos, le están reclamando que gaste los recursos que el pueblo ha generado y puesto en sus manos, en beneficio, también de ellos. Ha ordenado a algunos de sus más venales amanuenses la repetición de viejas calumnias contra el Movimiento Antorchista, personalizando esta vez el ataque oficial contra su Secretario General, el ingeniero Aquiles Córdova Morán. Mucho le duelen al gobierno burgués de San Luis Potosí las razones y argumentos del Maestro Córdova Morán. ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! aulló una vez el fascista José Millán-Astray frente a Don Miguel de Unamuno, uno de los hombres más inteligentes y prestigiados de España; un gobierno conservador, de políticos arribistas que sirven al partido que sea y lo desconocen cuando se les pega la gana para mantenerse viviendo –ellos sí- del presupuesto, no hará ninguna mella en la reputación y, consecuentemente, en el cariño profundo que le dispensan a Aquiles Córdova Morán, cientos de miles de mexicanos. ¡Adelante Maestro Aquiles Córdova Morán! ¡Adelante antorchistas potosinos!

Aquí en el estado de Michoacán, estado que tiene una deuda monumental que la nueva administración calcula en 42 mil millones de pesos, entidad que ostenta uno de los primeros lugares en emigración a Estados Unidos, en la que hay cerca de mil escuelas “de palitos” y miles de profesores sin sueldo y en la que todavía se les mueren a sus madres en los brazos niños que padecen enfermedades completamente prevenibles y curables, aquí, aquí también se cuecen habas. Sí, señor. También tenemos –por lo pronto hablaremos de uno- un gobernante soberbio, altanero y, sobre todo, profundamente reaccionario que está iracundo y encerrado en su palacio porque sus gobernados le reclaman que construya una clínica, que arregle unas calles y caminos y ayude al sostén de modestos profesores que por lo pronto no tienen sueldo; se llama Noé Octavio Aburto Inclán, es el presidente municipal panista de Tacámbaro y también, como Fernando Toranzo en San Luis Potosí, quemó los ídolos que antes adoraba y ahora sirve a un partido diferente al que sirvió muchos años.

Octavio Aburto Inclán utiliza el dinero público para beneficiar a los que menos lo necesitan. Los recursos municipales se gastan, en una enorme proporción, en sueldos, salarios y prebendas para gente allegada al señor presidente y, en una proporción muy menor, en obra pública de beneficio colectivo. En ese contexto, Octavio Aburto llegó y se subió el sueldo de 44 a 69 mil pesos mensuales y se compró una camioneta; regaló 3 millones 200 mil pesos a 14 antiguos empleados
sin esperar el laudo correspondiente en el proceso en curso ante la autoridad laboral (dos de estas personas seguirán cobrando durante todo el tiempo que dure esta administración y no tendrán obligación de acudir a laborar); compró camioneta a su tesorera para su traslado diario desde Morelia y, no menos importante, autorizó un subsidio para una universidad particular por un monto de 450 mil pesos. Y cuando los tacambarenses pobres le piden que también gaste el presupuesto en ellos, les contesta furioso que no hay dinero; eso se llama uso clasista del erario.

La democracia mexicana tiene muchísimas deficiencias y trampas y ahora que está el pleito postelectoral, las partes interesadas nos ilustran a diario sobre ellas; no obstante, hasta ahora, nadie ha cuestionado el hecho de que, pasada la jornada electoral y asumido el poder por el nuevo gobernante, se termina la participación del pueblo, éste se tiene que recoger en su casa y esperar pacientemente a que el ungido atienda y resuelva sus problemas.

Esa práctica ya cumple más de cien años y mucho se recuerda que el mismo apóstol de la democracia, el Presidente Madero, le dijo a Emiliano Zapata que esperaran la entrega de la tierras de sus pueblos, que no se impacientaran, que ya se promulgarían leyes (por falta de medios de comunicación todavía no se generalizaba llamarles “chantajistas” a los pobres que reclamaban lo que era suyo a los ricos, pero ya se sabe que cuando insistieron, se les mandó matar y estalló la revolución del sur). Pues bien, esa cómoda práctica cultivada por los señorones del poder ha arrojado ya 85 millones de pobres y tiene que modificarse radicalmente.

Ni en San Luis Potosí ni en Tacámbaro hay que esperar a demostrar que se está violando la ley. Ya vemos con 42 mil millones a cuestas a donde conduce la inactividad, la ausencia de los ciudadanos en el control y escrutinio de las acciones de los administradores en turno. En ambos casos, a plena luz del día se lleva a cabo un uso clasista del erario, el dinero del pueblo se usa para comodidad y beneplácito de las clases altas y se les niega a los pobres que son los que producen la riqueza. ¡Buenas lecciones de economía y política en tiempos de crisis! Pero no sólo está el pueblo como actor decisivo, afortunadamente también existen otras autoridades a quienes interesa o debe interesar la buena marcha, la gobernabilidad, el coto a los abusos de funcionarios irresponsables y, en el caso de Michoacán, existe un gobierno del estado al cual no se le conocen este tipo de arbitrariedades y excesos y puede y debe actuar.

Solicito, pues, respetuosamente, al señor gobernador, al licenciado Fausto Vallejo Figueroa, su urgente intervención en el caso de Tacámbaro para evitar que se siga cometiendo una grave injusticia, hay ya suficientes elementos para catalogar así lo que está sucediendo, así como para sospechar válidamente de malos manejos del dinero público.