Capitalismo salvaje y reforma laboral

Héctor Enciso Carrillo


Capitalismo salvaje y reforma laboral

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2012, 20:28 pm

Se habla mucho en los medios del país que en los próximos días, los legisladores federales de México aprobaran la llamada “Reforma laboral”. Esto no es –dado el gran atraso ideológico y político de los trabajadores mexicanos- un tema de discusión entre los proletarios de la nación; no es motivo, mucho menos, de una intervención valiente, oportuna y organizada de los obreros mexicanos, para que sus opiniones y sobre todo para que sus más sentidas demandas clasistas más importantes sean tomadas en cuenta por los diputados y senadores de la república a la hora de emitir sus propuestas y dar su voto para aprobar la “reforma”.

Por el contrario, la ley, que probablemente se apruebe, tomará sólo en cuenta las opiniones de empresarios, del gobierno y de líderes sindicales (estos últimos no en su calidad de representantes genuinos de la gran masa trabajadora del país, sino como representantes enmascarados y chapuceros al servicio de los dueños del capital). En esa nueva ley laboral no habrá grandes sorpresas, consideran los expertos; se santificará lo que de hecho ya se ha venido aplicando en el país desde hace décadas: el trabajo no pagado y medido por jornada laboral, sino por horas, lo cual permite y seguirá permitiendo a los empresarios someter a una mayor explotación a la clase obrera mexicana; el trabajo “para terceros”, más conocido como outsourcing, método que le ha venido sirviendo a los empresarios mexicanos para imponer una más intensa y extensa extracción de plusvalía pues, las empresas intermediarias imponen condiciones laborales inhumanas con jornadas de 10, 11, 12 y más horas diarias, no brindan la protección y el equipo adecuados a los trabajadores, lo cual les provoca mayor daño físico, dado que están más expuestos a accidentes que mutilan partes de sus cuerpos y adquieren más fácilmente las llamadas “enfermedades profesionales”, las cuales “adelantan” inexorablemente la muerte de los obreros; les permiten a esas compañías intermediarias eliminar de facto cualquier derecho laboral como el seguro social, el derecho a vacaciones pagadas, el aguinaldo, pago de horas extras (no ya en el mismo precio de las horas ordinarias, simplemente no se pagan las horas extras); les permiten eliminar el derecho a la antigüedad, el derecho a estar sindicalizado; el derecho de huelga; en síntesis es el regreso en pleno siglo XXI del orden social que caracterizó a la sociedad europea y norteamericana del siglo XIX, es decir el llamado Capitalismo salvaje en donde la única ley era lo que decidieran los patrones en sus establecimientos. En la nueva ley laboral que se discutirá en la Legislatura Federal está también el establecimiento de los llamados “periodos de prueba” para calificar la calidad de los trabajadores a partir de que ingresan a un trabajo, lo que se traducirá indefectiblemente en un mayor poder de los empresarios para despedir a los trabajadores con mucha mayor facilidad y evitar que éstos obtengan estabilidad laboral y puedan adquirir antigüedad.

La “nueva” ley laboral es una regresión en términos de bienestar económico y social y un retroceso político para la clase trabajadora del país. Y es un avance para afinar y endurecer los métodos de explotación y control de la clase empresarial hacia los trabajadores. En el siglo XIX la lucha de los obreros europeos y norteamericanos por la reducción de la jornada laboral que era por ese entonces de 12, 14, y hasta 16 horas diarias, la lucha por eliminar el trabajo infantil y la eliminación de las condiciones inhumanas del trabajo de las mujeres y de insalubridad y peligros para todos los obreros, dieron como resultado leyes que le ataban las manos a los capitalistas en sus voraces ánimos de obtener grandes ganancias a costa de las enfermedades, la desnutrición que se iba transformando en raquitismo físico en las generaciones obreras y, las muertes prematuras de millones de proletarios como producto de esa voracidad y esa rapiña insaciables de los dueños del capital. Los mismos gobiernos europeos, desde la segunda mitad de ese siglo, viendo el peligro de de seguir con ese Capitalismo salvaje la clase empresarial iba a “matar la gallina de los huevos de oro”, al diezmar a la población obrera en proporciones catastróficas, permitieron y alentaron que se promulgasen leyes de protección de la “especie” trabajadora. Esas leyes hicieron avanzar a la clase trabajadora y permitieron al mismo capitalismo desarrollarse sin grandes cataclismos sociales.

La “reforma laboral” propuesta por el actual Presidente de la República, que discutirán los legisladores no tocará los intereses de las directivas de los sindicatos en cuanto a rendición de cuentas, pues, aunque Felipe Calderón hizo la propuesta de la nueva ley sobre la obligatoriedad de las dirigencias sindicales de informar a sus agremiados sobre cantidades y usos de las cuotas sindicales y demás ingresos de los sindicatos, al parecer entre el PRI y el PAN hubo “consenso” para dejar de lado este “espinoso” asunto, dado que el PRI no quiere tocar los intereses de sus viejos aliados, los poderosos caciques sindicales (el enriquecimiento de muchos líderes sindicales es descomunal, pues, por poner un sólo ejemplo, las cuotas del SNTE suman -según los conocedores- más de 20 mil millones de pesos anuales). Así con la “nueva ley laboral”, empresarios, gobierno y líderes sindicales charros, obtendrán una reforma laboral que servirá sobre todo a los grandes capitales nacionales y extranjeros. La reforma a las leyes del trabajo no será -como dicen los defensores oficiales y oficiosos- “un avance para todos los mexicanos, dado que el trabajador mexicano se volverá más productivo, más competitivo” y la economía mexicana “saldrá beneficiada” pues “podrá competir en mejores condiciones en los mercados internacionales”, etcétera.

Pero, ¿se puede hablar de un verdadero avance del país cuando la inmensa mayoría de mexicanos ahora sufrirá condiciones laborales que cada vez se asemejan más a las del viejo Capitalismo salvaje que está resucitando en la actualidad para elevar las ganancias de los potentados y ahondar el abismo que hay entre trabajadores y dueños del capital? ¿Es que una mayor concentración de la riqueza en unas cuantas manos, mientras la mayoría de la población sufre más expoliación y se reducen sus derechos laborales significa que el país progresa?